Sistema de partidos políticos

En términos históricos los partidos políticos tienen una reciente vinculación con la democracia. Un sistema de partidos políticos implica la estabilidad en la competencia entre partidos, con raíces más o menos estables en la sociedad, la aceptación de partidos y elecciones como instituciones legítimas para definir quién gobierna, y organizaciones partidarias con reglas y estructuras razonablemente estables.

Tipos[editar]

Para caracterizar un sistema de partidos se debe tener en cuenta el grado de polarización (la distancia ideológica entre partidos) y la dirección de la competencia (centrífuga y centrípeta). Sobre la base de esto se confirma una tipología de ocho tipos:

Según algunos autores, la gobernabilidad democrática se facilita en los sistemas de partidos institucionalizados, que no estén polarizados o fragmentados, pero no son requisitos indispensables para la gobernabilidad.[1]

Los sistemas de partidos en América Latina[editar]

Los sistemas de partidos latinoamericanos son influidos por el sistema electoral en su estructura y funcionamiento. [2]

Umbral legal[editar]

El propósito del umbral legal es lograr que el sistema de partidos sea más efectivo y no se fragmente. Argentina, Bolivia y México cuentan con algún tipo de umbral legal, mientras que en los demás países existe un umbral práctico.[3]

Sistemas de partidos clientelistas[editar]

Cuando un sistema de partidos políticos es clientelista, los políticos tendrán incentivos por generar más recursos para mantener esa base cuyo apoyo político frente a crear políticas de interés público de largo plazo.[4]​ En los sistemas clientelistas, se tienden a favorecer el gasto público en obras que en políticas de largo plazo.[5]​ En sistemas de partidos clientelistas e institucionalizados, compiten por distribuir puestos públcios, contratos con el Estado, recursos en efectivo o alimentos; así, los electores juzgan a los políticos por su capacidad de repartir esos beneficios.[6]

Sistemas de partidos institucionalizados[editar]

En estos sistemas, los cambios de identidad partidaria y de los actores no varía drásticamente por lo que hay mayor probabilidad de lograr políticas coherentes y de largos plazos basados en acuerdos intertemporales. Esto brinda además apoyo en la legislatura a los presidentes electos. Estos sistemas partidarios tienden a ser programáticas; sin embargo, también pueden ser clientelistas.[7]

En los sistemas de partidos institucionalizados, los electores votan sobre la base de sus preferencias de políticas públicas, mejorando la rendición de cuentas. Esto también brinda incentivos para invertir en bienes públicos eficacez y eficientes -como educación y salud- y que las políticas sean de interés general.[5]​ Un sistema partido entonces, refleja las siguientes características:

  • Los patrones de competencia entre partidos son relativamente estables. Este se puede medir mediante un índice de volatilidad electoral que consiste en medir la variación entre la porción de escaños entre una legislatura y otra.[8]
  • los partidos cuentan con bases de apoyo social sólidas y profundas. Se puede medir directamente mediante encuestas internacionales con datos electorales comparativos que permitirían analizar cuán estables son las preferencias de los votantes por los distintos partidos, la profundidad de los nexos entre unos y otros y la consistencia del voto entre grupos socioeconómicos determinados. Otras alternativas consisten en medir la capacidad de resistencia de los partidos políticos a lo largo del tiempo; como también usar encuestas como Latinobarómetro y medir la varianza entre elecciones.[9]
  • tanto los partidos como las Elecciones son percibidos como legítimos y como instrumentos únicos para determinar quién gobierna. Esto se puede medir mediante encuestas donde se pregunta por el grado de confianza en los partidos políticos, encuestas sobre la legitimidad y transparencias de las elecciones, y, finalmente, preguntando cuáles instituciones son indispensables para el desarrollo del país, con el fin de determinar si los partidos políticos están considerados y en qué medida.[10]
  • las organizaciones partidistas se caracterizan por contar con reglas y estructuras razonablemente estables.[11]

Según el libro La política importa, el índice de la institucionalización de un sistema de partidos puede medirse así: Para calcular el índice para los sistemas de partidos de los países de América Latina, el valor original de cada medida dentro de las tres dimensiones se reordenó en primera instancia en una escala de 1 a 3. El rango habría sido más amplio si se hubiera considerado una muestra mundial. Luego se calculó el promedio de los valores reordenados de las mediciones correspondientes a cada una de las dimensiones (el criterio 1 abarcó una sola medición; el criterio 2, dos mediciones; y el criterio 3, tres mediciones). El índice de institucionalización del sistema de partidos se estimó como un promedio simple de los valores para cada dimensión del concepto, lo que dio igual peso a cada dimensión.[11]

Sistema de partidos no institucionalizado[editar]

Los sistemas de partidos no institucionalizados impiden la formación de coaliciones o estas son transitorias, a la vez que dificulta la gobernabilidad pues los partidos no son capaces de actuar como unidad para respaldar a su líder. Entonces los presidentes pueden comprar a los legisladores mediante promesas de fondos presupuestarios, concesiones legislativas o prácticas corruptas.[12]

Grado de fragmentación[editar]

Es el número de agrupaciones que habitualmente obtienen una porción importante de los escaños y votos. El grado de fragmentación impacta en la gobernabilidad democrática.[13]

El índice de fragmentación se puede obtener dividiendo la unidad entre la suma de los cuadrados de los porcentajes de escaños (o porcentaje de votos) obtenidos por los partidos partidos, expresados en decimales (el 20% sería 0,20).[14]

Fragmentación en América Latina[editar]

Ciertos sistemas electorales tienden a fragmentar el sistema de partidos. Así los sistemas proporcionales tienden a la fragmentación, más aún si el distrito electoral es grande o el sistema es extremadamente proporcional en el número de escaños legislativos.[15]​ Se incentiva la fragmentación cuando las elecciones presidenciales se celebran por separado que las elecciones legislativas.[15]​ Se incentiva la fragmentación cuando existe balotaje, ya que este sistema desalienta la formación de alianzas e incentiva la creación de varios partidos.[15]​ Un gran número de partidos impide al oficialismo tener una mayoría en los escaños, con lo que no obtiene el apoyo mayoritario para los programas del Poder Ejecutivo. Las alianzas serán más necesarias pero más difícil de mantener.[16]

Cuando un sistema de partidos fragmentados existe además la polarización, el Ejecutivo encuentra muy difícil obtener respaldo para su programa de gobierno, lo que paraliza al gobierno u obliga al Ejecutivo realizar prácticas que amenacen la durabilidad de las instituciones democráticas.[17]​ Esto permite justificar acciones destinadas a socavar o burlar las instituciones con que se desestabiliza el sistema democrático.[16]

Grado de polarización[editar]

Se relaciona con la magnitud de las diferencias entre los distintos partidos respecto de su ideología y su base social.[13]​ En los sistemas polarizados, la formación de coaliciones es más compleja con lo que se obstaculiza la gobernabilidad democrática. Estos sistemas perjudican la estabilidad y el desempeño de gobiernos de centro acentuando la polarización y puede desestabilizar el régimen.[1]

Sistema de partidos nacionalizados[editar]

En un sistema de partido nacionalizado, los partidos tienden a favorecer políticas de alcance nacional en vez de centrarse en regiones específicas. Así el Poder Ejecutivo tiene una mayor capacidad para forjar coaliciones legislativas centradas en temas nacionales.[18]

Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. a b J Mark Payne; Inter-American Development Bank.; International Institute for Democracy and Electoral Assistance.; et al; (2005). La política importa : democracia y desarrollo en América Latina. Banco Interamericano de Desarrollo. p. 168. ISBN 9781931003452. 
  2. J Mark Payne; Inter-American Development Bank.; International Institute for Democracy and Electoral Assistance.; et al; (2005). La política importa : democracia y desarrollo en América Latina. Banco Interamericano de Desarrollo. p. 41. ISBN 9781931003452. 
  3. J Mark Payne; Inter-American Development Bank.; International Institute for Democracy and Electoral Assistance.; et al; (2005). La política importa : democracia y desarrollo en América Latina. Banco Interamericano de Desarrollo. p. 52. ISBN 9781931003452. 
  4. Koldo Echebarría; Ernesto Stein; Mariano Tommsi; (2006). La política de las políticas públicas. Banco Interamericano de Desarrollo. pp. 30-31. ISBN 9781597820097. 
  5. a b Koldo Echebarría; Ernesto Stein; Mariano Tommsi; (2006). La política de las políticas públicas. Banco Interamericano de Desarrollo. p. 34. ISBN 9781597820097. 
  6. Koldo Echebarría; Ernesto Stein; Mariano Tommsi; (2006). La política de las políticas públicas. Banco Interamericano de Desarrollo. pp. 33-34. ISBN 9781597820097. 
  7. Koldo Echebarría; Ernesto Stein; Mariano Tommsi; (2006). La política de las políticas públicas. Banco Interamericano de Desarrollo. p. 33. ISBN 9781597820097. 
  8. J Mark Payne; Inter-American Development Bank.; International Institute for Democracy and Electoral Assistance.; et al; (2005). La política importa : democracia y desarrollo en América Latina. Banco Interamericano de Desarrollo. p. 172. ISBN 9781931003452. 
  9. J Mark Payne; Inter-American Development Bank.; International Institute for Democracy and Electoral Assistance.; et al; (2005). La política importa : democracia y desarrollo en América Latina. Banco Interamericano de Desarrollo. p. 174. ISBN 9781931003452. 
  10. J Mark Payne; Inter-American Development Bank.; International Institute for Democracy and Electoral Assistance.; et al; (2005). La política importa : democracia y desarrollo en América Latina. Banco Interamericano de Desarrollo. pp. 178-180. ISBN 9781931003452. 
  11. a b J Mark Payne; Inter-American Development Bank; International Institute for Democracy and Electoral Assistance; et al (2005). La política importa : democracia y desarrollo en América Latina. Banco Interamericano de Desarrollo. p. 165. ISBN 9781931003452. 
  12. J Mark Payne; Inter-American Development Bank.; International Institute for Democracy and Electoral Assistance.; et al; (2005). La política importa : democracia y desarrollo en América Latina. Banco Interamericano de Desarrollo. p. 16. ISBN 9781931003452. 
  13. a b J Mark Payne; Inter-American Development Bank.; International Institute for Democracy and Electoral Assistance.; et al; (2005). La política importa : democracia y desarrollo en América Latina. Banco Interamericano de Desarrollo. p. 165. ISBN 9781931003452. 
  14. J Mark Payne; Inter-American Development Bank.; International Institute for Democracy and Electoral Assistance.; et al; (2005). La política importa : democracia y desarrollo en América Latina. Banco Interamericano de Desarrollo. p. 66. ISBN 9781931003452. 
  15. a b c Koldo Echebarría; Ernesto Stein; Mariano Tommsi; (2006). La política de las políticas públicas. Banco Interamericano de Desarrollo. p. 36. ISBN 9781597820097. 
  16. a b J Mark Payne; Inter-American Development Bank.; International Institute for Democracy and Electoral Assistance.; et al; (2005). La política importa : democracia y desarrollo en América Latina. Banco Interamericano de Desarrollo. p. 167. ISBN 9781931003452. 
  17. Koldo Echebarría; Ernesto Stein; Mariano Tommsi; (2006). La política de las políticas públicas. Banco Interamericano de Desarrollo. p. 37. ISBN 9781597820097. 
  18. Koldo Echebarría; Ernesto Stein; Mariano Tommsi; (2006). La política de las políticas públicas. Banco Interamericano de Desarrollo. p. 42. ISBN 9781597820097.