Conservadurismo en el Perú

Representantes de sectores políticos (izquierda), eclesiásticos (centro) y militares (derecha, al fondo) en 2017. Si bien los religiosos tuvieron un papel significativo en los círculos conservadores, también lo hicieron las fuerzas del orden. Como señala el Tribunal Constitucional, cabe destacar los esfuerzos de la policía por establecer una presentación adecuada a fin de contribuir a su imagen positiva.[1]

El conservadurismo en el Perú comprende al sistema político de creencias conservadoras en territorio peruano, caracterizado por el apoyo a los valores católicos, la estabilidad social y el orden social. El conservadurismo peruano abarcó una amplia gama de teorías. Estas teorías e ideologías se desarrollaron en los primeros doscientos años de república.[2]​ Destacaron hechos varios como su concepción en los años 1840,[3]​ cuyo término «conservadores» (originalmente «fuerzas del orden») se definió dos décadas después para referir como una fuerza política de sus adversarios liberales;[4]​ la Coalición Conservadora de la década de 1930 y el neoliberalismo de Alberto Fujimori,[5]​ este último de carácter neopopulista apoyado por evangélicos.[6]

Perú es considerado como una de las naciones más conservadoras en Hispanoamérica, especialmente con su conservadurismo social,[7][8][9][10]​ motivada por su teología y las estrategias sociales.[11]​ Desde el siglo XIX, la influencia de la Iglesia católica se mantuvo estable a pesar de que se contaron reformas lacistas para contrarrestar tal influencia.[12][13]​ Esta institución prevaleció como actor importante en la doctrina moral del país durante varios años.[14]​ Luego de establecer la separación Iglesia-Estado, las ideas prevalecieron con el tiempo en asociaciones civiles, hacia el siglo XXI;[15]​ además que el Estado estableció definitivamente un concordato a una Iglesia independiente, junto a derechos como la exoneración de impuestos en actividades sociales, renumeración a profesores de educación religiosa y el servicio de vicariato castrense.[16]​ No obstante, este sistema social fue desligándose en sectores religiosos, cuyos organizaciones mostraron apoyo el espectro izquierda y alejados de esa concepción ideológica;[17]​ este sector es minoritario en comparación con la fuerte influencia de la derecha en los evangélicos del país.[18]

Autores como Pike (1967) y Rottenbacher de Rojas (2012 y 2013) han señalado que el conservadurismo social suele estar asociado con creencias autoritarias.[19][20][21][22]​ Estas creencias son consecuencia de la influencia de las fuerzas armadas en el control político, cuando estas se enfrentaban a movimientos contestatarios contra la oligarquía limeña,[23]​ como ocurrió con el Partido Comunista Peruano. Si bien las creencias autoritarias se basan en la lucha contra la delincuencia,[24][25]​ también se justifican por razones de índole política.[26][27]​ En este sentido, se busca imponer los principios de una cultura occidental,[28]​ lo cual se manifiesta en estrategias como el uso del terruqueo, una variante de la falacia reductio ad Stalinum, y la negación del término «conflicto armado interno» para referirse a la época del terrorismo.[29]

Por el lado económico, y en parte por los aportes de la Iglesia, que influyó en la formación de la oligarquía limeña,[30]​ el conservadurismo mostró apoyo a una economía flexible (neoliberalismo criollo),[31]​ es por lo cual el historiador Antonio Zapata describe al Perú como «un país de derechas»; con excepciones de gobiernos de izquierda en historia contemporánea como Juan Velasco Alvarado (1968–1975) y Pedro Castillo en 2021. El primer mandato fue autor de una reforma agraria, la reforma educativa (que fue rechazada por algunos sectores)[32]​ y la nacionalización de sectores estratégicos populares como respuesta ligeramente progresista al dominio centralista del sector privado;[33]​ mientras el segundo permaneció conservador en el aspecto social con discrepancias con otros sectores de la izquierda peruana.[34][35]

En contraste con naciones vecinas como Colombia o Chile, Perú históricamente ha carecido de una postura política definida.[36][37]​ Sin embargo, analistas como Martín Tanaka observan que la capital del país ha albergado notablemente el conservadurismo este sistema de creencias.[38]​ De 1978 a 2011, la Oficina Nacional de Procesos Electorales documentó que los votantes de las regiones costeras y selváticas (exceptuando el sur) tendían a respaldar a candidatos conservadores.[39]​ Esta inclinación se consolidó en 2020, cuando el movimiento fujimorista obtuvo un sólido apoyo entre los votantes del norte del país.[40]

Historia del conservadurismo entre los siglos XIX y XX[editar]

Primeros años de la república[editar]

La debilidad de los partidos políticos peruanos fue visibilizada a lo largo de la historia de la República, con líderes en competencia que luchaban por el poder tras el colapso del Virreinato del Perú del Imperio español.[41][42][43]​ Esto explica la ausencia de un partido dominador hasta superado el periodo de la República Aristocrática y, aun así, no contar con un desarrollo a largo plazo;[44]​ lo que se buscó cubrir el vacío institucional con caudillos.[45]​ Un detalle relevante es la ausencia de un único partido político basado en el clivaje religoso, a diferencia de otros países como Colombia y Uruguay.[46]

Durante el virreinato, la ciudad de Lima se convirtió en uno de los principales centros religiosos de Sudamérica, donde se propagó el evangelio y se estableció una fuerte presencia misional.[47]​ En los años de emancipación, nuevos diarios que notaron la crisis estructural del Virreinato,[48]​ como la Gaceta de Lima, fueron los difusores de ideas liberales.[49]​ Es en ese momento que se propuso imponer una mentalidad abierta frente al establecimiento de una monarquía liderada por José de San Martín.[50]​ El libertador consideró descartar de llevar ideas completamente republicanas por no ser un apropiado plan, así mismo, estableció la invocación de Dios en la orientación jurídica del país.[51]​ El proyecto de monarquía fracasó,[52]​ pero el concepto de Ramón de Salas y Cortés sobre la existencia de un poder neutro del Estado fue relevante para el proceso de conciliación entre el legado monárquico y la nueva república. Este concepto fue adoptado por Bartolomé Herrera, el mayor representante del conservadurismo peruano, con el apoyo del Convictorio de San Carlos,[53]​ que fue centro doctrinario que respaldó su ideología.[54]

El fracaso de llevar a cabo un gobierno liberal y secular (apenas fue una fuerza opositora en el gobierno de José Rufino Echenique antes de aquella revolución de 1854)[55]​ consolidó el centralismo en el país y la prevalencia de teorías a favor en conservar la influencia religiosa en el Estado frente al secularismo.[56]​ Además, la etapa de la independencia del Perú permitió a aristócratas con terrenos y comerciantes ricos cooperar entre ellos para luchar contra el Imperio español, aunque los aristócratas luego obtendrían un mayor poder y liderarían una oligarquía encabezada por los caudillos que defendían las haciendas feudales existentes.[43]​ Durante la época de la Guerra contra España, la extracción de guano en Perú condujo al surgimiento de una aristocracia aún más rica que estableció una plutocracia.[43]​ Se creó entonces una oligarquía adinerada que utilizaba partidos políticos basados en candidatos para controlar los intereses económicos; una práctica que continúa en la actualidad.[43]

Más allá de lo religioso, Perú consolidó sus pilares políticos de Agustín Gamarra, emblema del caudillismo autoritario[57]​ y que Herrera le rindió homenaje en uno de sus discursos. Su Carta Magna de 1839 fue considerada como «la máxima expresión de la voluntad conservadora de imponer un orden en el país», en palabras de Alicia del Águila Peralta;[58]​ además, según la historiadora Natalia Sobrevilla en The Caudillo of The Andes, se tomó como referencia a la Constitución Política de la República de Chile de 1833.[59]​ Con Manuel Ignacio de Vivanco, su ideario (con tintes regeneracionstas) contribuyó en la preservación autoritaria de las costumbres sociales y morales.[60]

Mientras tanto, el sistema educativo en Perú fue susceptible a gobiernos autoritarios de tendencia antiprogresista para segregar en contra de los indígenas peruanos ─tomando en cuenta que la mayoría de las 15 reformas formuladas desde el gobierno de Ramón Castilla (salvo las reformas excepcionales de José Pardo y Barreda y Manuel Prado Ugarteche), no se entabló una docencia inclusiva─,[61]​ en que se inculcó bajo la creencia de una sociedad jerárquica y capacitó a los grupos indígenas para vivir sus vidas como su fueran campesinos o soldados.[62]​ La lucha contra las ideologías del indigenismo de la mayoría y la élite con valores eurófilos surgiría a fines del siglo XIX y en el siglo XX.[43]

Sentido de religiosidad y providencialismo en la nación[editar]

A la par con la vigencia tradicionalista de la época, la Iglesia católica mantuvo el legado ideológico del providencialismo post-virreinato[48]​ y que permaneció su rol conciliador ante eventuales confrontaciones políticas.[63]​ Desde la primera constitución peruana (1823) el país reconoció las relaciones Iglesia-Estado, como el patronato nacional,[64][65]​ hasta la carta de 1979.[66]​ Para la década de 1820, el control ideológico del conservadurismo estuvo asentado en Lima y en la zona norte de las regiones costeñas del país.[67]​ Mientras que en los años 1860 se impuso el ultramontanismo en la iglesia.[68]

Con la formación de la Sociedad Conservadora, fundada en 1849, se marcó la meta de evitar el crecimiento de una eventual anarquía.[69]​ Esta oligarquía contaba con el apoyo de la Iglesia católica, que ignoraba las desigualdades en Perú y ayudaba a los gobiernos a apaciguar a la mayoría empobrecida;[43]​ e incluso buscaba posicionarse en la sociedad, cuando en 1913 se impidió la libertad de culto, debido a la presencia de nuevos movimientos religiosos.[70]​ Mientras tanto, la Unión Católica (originalmente Sociedad Católica bajo liderazgo de Rufino Echenique)[71]​ fue el primer hito en impulsar la denominada «causa católica» en los años 1860 y que estableció los primeros movimientos religiosos conservadores, y que en los años 1920 se convirtió en el unificado Partido Católico Conservador (de origen arequipeño).[72][73]

Bartolomé Herrera y su aporte religioso en el Perú republicano[editar]

Bartolomé Herrera, uno de los pensadores conservadores más influyentes del Perú.

Bartolomé Herrera es considerado el pensador conservador más influyente del Perú del siglo XIX,[74][75][76]​ que tomó lugar después del fallecimiento de Agustín Gamarra y su entonces restauración peruana.[50]​ Basado en el concepto de la «ilustración contrarrevolucionaria» de José Ignacio Moreno,[77]​ quien realizó una respuesta ultramontana a una especie de batalla cultural de la época, Herrera fue reaccionario.[76][78]​ Sin embargo, en contraste con José de San Martín, no abogó por el retorno monárquico, sino por la instauración de un nuevo orden institucional dentro de la novel república.[79]

El pensador se opuso en que la democracia y el liberalismo apoyen fuertemente el elitismo y el autoritarismo bajo creencia de que la Iglesia católica debería tener el control por una teocracia de la ley divina, argumentando que la independencia de Perú de España había revertido esto, afirmando que «el principio de obediencia había perecido en la lucha por la emancipación».[74]​ Él creyó que después de la renuncia del control del Imperio en el Perú, la nueva estructura de soberanía popular condujo a la anarquía en la nación y que los ciudadanos solo obedecían las leyes cuando era beneficioso.[74]​ Se opuso también a la teoría del contrato social, cuando Herrera afirmó que la idea era «el germen de la revolución, los crímenes y la esclavitud inevitable».[74]​ El pensamiento de Herrera evolucionaría hasta creer que era un representante directo de Dios, afirmándose en la frase «Obedeced a las autoridades constituidas. Tiemblen los que no me obedezcan».[74]​ La prensa peruana calificaría las ideas de Herrera como partidarias del despotismo y que pertenecían a la etapa oscura de la Edad Media.[74]

Respondiendo a las críticas en la prensa, Herrera escribió lo siguiente:[74]

[E]l pueblo, es decir, la suma total de individuos de toda edad y condición, NO TIENE LA CAPACIDAD NI EL DERECHO DE HACER LEYES

Así, Herrera creía que los humanos ni siquiera podían interpretar la ley natural, y mucho menos hacer leyes por sí mismos.[74]​ También apoyaría al caudillo Ramón Castilla, quien gobernó Perú durante el siglo XIX, creyendo que su autoridad ayudó a estabilizar Perú.[74]​ Herrera abandonó temporalmente a la vida pública en 1853 después de que el Congreso del Perú bloqueara un proyecto de concordato que redactó para el Papa Pío IX,[74]​ plan que fue finalmente permitido en el Congreso Extraordinario de 1858,[80]​ que posteriormente sería la Bula Praeclara Inter Beneficia. Reapareció en 1860, luego de aquella guerra civil entre liberales y conservadores, para convertirse en miembro y presidente del Congreso. En ese mandato creó un borrador de la Constitución del Perú de ese año que apoyaba una agenda antidemocrática y elitista al establecer la exclusión ciudadana para un gran porcentaje de peruanos, un presidente elegido por elección indirecta, un treinta y cuatro miembro del senado que estaba supervisado por empresarios que ejercían el poder judicial y una cámara de diputados que se ocupaba del poder legislativo.[74]​ Después de que su propuesta fuera rechazada, renunció enojado a su cargo y se mantuvo fuera de la vida pública.[74]

Generación de 1900[editar]

El historiador y político peruano, José de la Riva-Agüero y Osma. Fue fundador de la Acción Patriótica y defensor de las ideas conservadoras. Propuso que el comportamiento político tendente a la conservación de un presunto orden no sólo es el único racional, sino además el único excusable en la esfera moral.[81]

La Generación de 1900 fue un influyente grupo de escritores, historiadores y filósofos que crearon el nacionalismo peruano moderno, con el grupo originado en los círculos intelectuales peruanos durante los años posteriores a la Guerra del Pacífico, la Guerra Civil de 1884 y la Reconstrucción Nacional, cerca del comienzo del siglo XX. Estos intelectuales se inspiraron fuertemente en los movimientos nacionalistas franceses y españoles que surgieron después de la derrota de sus países en Sedán y en Cavite, respectivamente.[82]

Los escritos de Manuel González Prada, quien fue criado bajo educación religiosa,[83]​ inspiraron en gran medida la reforma nacionalista en Perú tras la Guerra del Pacífico. Sin embargo, cansado de percibir la influencia de la Iglesia en los valores morales del Estado,[83]​ Prada abrazaría el anarquismo en lugar del liberalismo, por considerar que este último impedía la reforma necesaria para Perú.[84]​ El escritor peruano descartó el discurso conservador criollo sobre una nación «mestiza-criolla» y, basándose en los aportes de Juan Bustamante, marcó al indigenismo como principal representación del país.[85]​ Los intelectuales en Perú buscarían crear su propio movimiento nacionalista, aunque inicialmente tuvieron complicaciones en marcar su dirección ya que las bases de la sociedad peruana se apoyaban en un sistema religioso autoritario que aceptaba la ley natural, que se había impuesto desde la época colonial española, resultando con intelectuales evitando el secularismo por completo.[84]​ Luego, el grupo se volvió limitado, obsesionado con el pasado, mientras que otras naciones se enfocaron en preocupaciones más progresistas.[84]

Los miembros de la Generación de 1900 estuvieron influenciados principalmente por el aristocrático Partido Civil, liderado principalmente por abogados vinculados a intereses comerciales de Inglaterra y Estados Unidos.[84]​ El grupo tenía poco contacto fuera de la élite, no hacía ninguna conexión con los pueblos indígenas de Perú y veía a Estados Unidos como un ejemplo para Perú; el grupo creía que el capitalismo y una economía de libre mercado eran necesarios en Perú.[84]​ Las tres figuras principales de la Generación de 1900 fueron Francisco García Calderón Rey, José de la Riva-Agüero y Osma, y Víctor Andrés Belaúnde.[84]

El movimiento fue liderado principalmente por Riva-Agüero, perteneciente a la aristocracia y discípulo del filósofo Alejandro Deustua,[86]​ además descrito como «el magistrado de la cultura peruana» por el historiador Raúl Porras Barrenechea.[84]​ Inicialmente formó parte del Partido Futurista, que más tarde el investigador Alberto Adriazén conceptuó de «reaccionarios».[87]​ El líder adoptó ideas del fascismo, una corriente nacionalista de la época,[88]​ luego de fracasar propuestas liberales previas a su conversión religiosa.[89]​ La adopción coincidió con el colapso de la República Aristocrática en 1919, en que previamente sentía rechazo a ella y el entonces controlado Partido Civil.[90]​ En aquel entonces, activismo de la clase media crecía durante la presidencia de Augusto B. Leguía,[84]​ personaje que consiguió extender su mandato presidencial en los años 1920[91]​ y conectó el catolicismo con el apoyo del arzobispo de Lima, Emilio Lissón.[92]​ Riva-Agüero sería también fundador de Acción Patriótica en los años 1930, que marcó su postura política, y fue relevante para futuros movimientos de esa década que coincide con la etapa posterior de la República Aristocrática.[93]

Según el historiador Fernán Altuve, esta generación de intelectuales, que pondría fin al consenso liberal-positivista sobre la interpretación del pensamiento político peruano en el Perú, fue la primera generación en dar importancia al pensamiento tradicional en la historia peruana, rescatando importantes figuras conservadoras como Bartolomé Herrera o Blas Ostoloza.[94]

Gobiernos de Odría y Belaúnde[editar]

El presidente Manuel A. Odría.

A principios del siglo XX, en plena crisis de la oligarquía, las Fuerzas Armadas del Perú mantuvieron el poder político en el Perú.[95][96]​ En ese entonces la Unión Revolucionaria, apoyado por el militar Luis Miguel Sánchez Cerro, marcó el conservadurismo contra ideas calificadas de «comunistas», cuando en ese entonces la Iglesia católica cedía las ideas modernización pero no de APRA (supuestamente vinculado con el «marxismo»).[97]​ Posteriormente, con surgimiento de otros movimientos como la Coalición Conservadora, Manuel Odría dio un golpe de Estado contra José Luis Bustamante y Rivero (a pesar de contar el apoyo de católicos)[72]​ en 1948, liderando un gobierno de tendencia derecha radicalizada hasta 1956.[98]​ Su régimen adoptaría un carácter populista, nacionalista y pragmático.

Tanto Odría como Sánchez Cerro se caracterizaron por su oposición a sus adversarios políticos. Ambos implementaron políticas represivas para preservar el orden social,[99]​ con el respaldo del denominado «clan de la ultraderecha», un sector agroexportador que se oponía a la influencia del APRA.[100][101]​ Sin embargo, el líder del APRA, Víctor Raúl Haya de la Torre, empezó a cambiar sus ideas más cercanas con Manuel Prado, mandatario entre 1956 y 1962, suceso que el oligarca Pedro Roselló llamó a Haya de la Torre «el conservador que el Perú necesita».[102]

En el mismo 1956, Fernando Belaúnde fundó el partido de centro-derecha Acción Popular. Este político fundador llegó a ser presidente en 1963 y sostuvo una doctrina bajo el título La conquista del Perú por los peruanos, que promovía la explotación de los recursos de la selva amazónica y otras zonas periféricas del Perú a través de la conquista,[103]​ afirmando «sólo volviendo la mirada hacia el interior y conquistando nuestras tierras vírgenes como en su día hizo Estados Unidos, Sudamérica alcanzará por fin un verdadero desarrollo».[95]​ En 1964 en un suceso contra la comunidad matsé, el gobierno de Belaúnde se puso contra la mencionada etnia tras la muerte de dos madereros, al conseguir de que las fuerzas armadas peruanas y aviones de combate estadounidenses lanzaran napalm sobre los grupos indígenas armados con arcos y flechas, matando a cientos de personas.[103]​ Belaúnde fue destituido de su cargo por un golpe militar liderado por el general Juan Velasco Alvarado en 1968.

Otros sucesos relevantes durante el gobierno de Belaúnde Terry ocurrieron desde el Parlamento, algunos de ellos vinculados con Manuel Odría. Destacaron las remociones de Francisco Miró Quesada por sus reformas progresistas en el sistema educativo del país, y a Óscar Trelles por no tomar medidas contra lo que consideraba una amenaza del comunismo.[104]

Surgimiento de la presencia progresista de la iglesia[editar]

En la segunda mitad del siglo XX, la relación entre el antiprogresismo y la religiosidad dejó de ser exclusiva de la Iglesia católica. Uno de los conceptos utilizados para identificar el desarrollo humanístico católico no reaccionario es la denominada «modernización tradicionalista», del abogado Fernando de Trazegnies,[105]​ y que fue utilizado por el fundador de la socialdemocracia Víctor Andrés Belaúnde en los años 1940.[106]​ En 1950 surgió el partido Democracia Cristiana, uno de los primeros en identificarse como «no confesional» en lugar de ser un partido católico puro,[72]​ cuya presencia fue muy escasa en las elecciones de la década siguiente.[107]

En la década de 1960, sectores católicos fueron permisivos con las posturas de izquierda para afrontar los problemas de la situación política.[108]​ En ese entonces, la teología de la liberación marcó un hito antes de la llegada del gobierno de Velasco Alvarado.[109]​ Cuando el militar asumió el poder, el Estado y la Iglesia católica se volvieron irrespetuosos;[110]​ además, el oficialismo se alió con la Oficina Nacional de Investigación para reducir la presencia conservadora y desarrollar ideas religiosas progresistas en el país.[111]

Tras el mandato de Velasco Alvarado y la «nueva derecha»[editar]

Años 1970 y 1980[editar]

Tras el Tacnazo y posterior derrocamiento de Velasco en 1975, Francisco Morales Bermúdez encabezaría el Gobierno Revolucionario hasta 1980, participando su gobierno militar en la represión política de los izquierdistas durante la Operación Cóndor.[112]​ Uno de los logros fue en impedir el resurgimiento de corrientes marxistas-lenintistas del formado Partido Socialista Revoluclonario,[113]​ además de establecer el Concordato de 1980.

Durante la Década Perdida de los 80 y el terrorismo de la época, surgió el fenómeno de la «nueva derecha» apoyada por el diario Expreso,[114]​ a pesar de que los partidos políticos empezaron a debilitarse.[41][115]​ Una investigación de 1979 sugirió que esta postura cobró favoritismo, en parte, de mujeres, adultos mayores y trabajadores sin tener definida una ideología política, mucho después que la postura fuese la respuesta del fenómeno del APRA a inicios de siglo.[116]​ Paralelamente, surgieron movimientos políticos no católicos, como el Frente Evangélico (1980), que representaban los intereses de la población evangélica.[117]​ Sin embargo, a pesar de su historial de apoyo al aprismo,[118]​ las iglesias evangélicas se abstuvieron de respaldar este nuevo movimiento en un esfuerzo por mantener una postura apolítica.[119]

Adicionalmente, el conservadurismo católico resurgió para mostrar el rechazo de la izquierda política en el país influenciado por el mencionado conflicto armado interno.[120]​ En este fenómeno surgieron figuras más importantes como Juan Luis Cipriani,[121][122]​ quien se opuso a la presencia de organizaciones progresistas.[123]​ Además fue responsable, cuando asumió el cargo en 1999, de tener una postura complemente pública de la Iglesia católica.[124]​ El resultado es un conflicto ideológico entre liberales religiosos y sectores conservadores como el Sodalicio de Vida Cristiana.[125]

«…surge una verdad incontrastable: si el APRA perdiera presencia en el panorama político peruano, sería sustituida por una conjunción de partidos de origen extranjero y comunista o por una dictadura plutocrático-castrense. [...] No pretendo llevar a cabo ninguna expresión de propaganda partidaria. Se trata de hechos objetivos».
—Palabras de Luis Alberto Sánchez en el libro Perú: nuevo retrato de un país adolescente (1987).[126]

Por el lado administrativo, Belaúnde fue reelegido en 1980 y se volvió aún más conservador, con el apoyo del cardenal Cipriani,[127]​ cuando trajo reformas económicas neoliberales a Perú sin el debido éxito por el bajo valor de las materias primas y el reducido producto bruto interno.[128][129]​ En ese entonces, mientras las políticas sociales no cambiaban, el ámbito mercantil sí lo hacía,[130]​ lo cual, el entonces mandatario fue crítico de las posturas subversivas que buscarían «empobrecer al país».[131]​ Sin embargo, cuando los detractores se enojaron de la incapacidad del presidente sucesor, el socialdemócrata Alan García (quien combatió la crisis económica con la estrategias estatistas), las fuerzas armadas comenzaron a planear un golpe de Estado a fines de la década de 1980, conocido como Plan Verde. Esta estrategia militar implicaría el genocidio de peruanos indígenas y empobrecidos, el control o censura de los medios de comunicación nacionales y el establecimiento de una economía neoliberal bajo el mando de una junta militar en Perú.[132][133][134]​ El partido aprista, que representaba a García, se mantuvo al margen de los militares para mantener el orden social.[135]​ Irónicamente, grupos subversivos también practicaron medidas sociales similares al Plan Verde, por medio de la limpieza social.

Años 1990[editar]

Alberto Fujimori en 1991.

En las elecciones generales peruanas de 1990, los peruanos otorgaron su apoyo al líder populista Alberto Fujimori,[67]​ quien adoptó el estilo caudillista para combatir al antagonista en el conflicto armado, Sendero Luminoso, y su representante Abimael Guzmán.[136]​ Fujimori obtuvo el apoyo de militares y un sector de la izquierda peruana,[137]​ lo que le llevó a la presidencia del Perú.[41][115]​ Tanto Fujimori como Guzmán, quien estableció el pensamiento Gonzalo, fueron figuras importantes en esa década pero tuvieron también rasgos autoritarios.[138]

En un contexto de marcada polarización política,[139]​ el imaginario de Fujimori construyó una dicotomía entre «ciudadanos» o «patriotas», considerados como no afines a ideologías violentas, y «terroristas», término aplicado a quienes se identificaban con el pensamiento Gonzalo.[140]​ Para reforzar esta distinción, la concepción de «la lógica militar» fue introducida por Susana Villarán.[141]​ Esta postura enfatizaba el papel de las fuerzas armadas en la lucha contra el terrorismo y la necesidad de gratitud de la ciudadanía por su apoyo.[141]​ El resultado de este enfoque se vio reflejado en la controvertida Ley de Amnistía de 1995.

Imagen externa
Dibujo sobre los conservadores y el autogolpe de 1992, como parte de la obra Novísima Crónica i mal Gobierno (2011) de Miguel Det. Conservado en la página web del Lugar de la Memoria.
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A pesar de que su planificación inicial estaba mínimamente enfocada en reformas proderechos con apoyo de sectores de la clase socioeconómica baja para obtener buena imagen desde el extranjero,[142][143]​ su gobierno fue referido en su momento como liberalismo conservador por mantener cierta influenciada de posturas conservadoras, posturas que partidos posteriores adoptarían con alguna similitud.[144][145]​ Su liberalismo perdió importancia luego de las medidas drásticas en 1992 para modernizar el sistema económico sobre los derechos ciudadanos,[146]​ este último estuvo defendido por congresistas que se apoyaban en la constitución de 1979.[147]​ Además, los políticos nacionales aprovecharon los discursos feministas para manipular a la población.[143]​ El periodista Gustavo Gorriti explicó que el legado del autogolpe de ese año «reforzó y avanzó la tradición de una posición conservadora, fuerte, tradicional y profundamente autoritaria».[148]​ Con el tiempo, grupos de presión realizaron campañas de acoso contra la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, una entidad que apoyaba en los derechos hacia las mujeres en territorio peruano.[149]

Por otro lado, Fujimori continuó comunicándose con el sector eclesiástico,[150][151]​ mientras recibió el respaldo de la iglesia protestante evangélica:[152][153]​ al menos 19 identificados como evangélicos fueron elegidos de congresistas en las elecciones de ese año.[154]​ El escritor Tomás Gutiérrez señaló que el sector protestante impulsó al candidato presidencial con bases que se asemejan a una «posición fundamentalista»,[155]​ sustentada en los temores del fenómeno subversivo frente al ya debilitado sistema de partidos políticos.[156]​ Sin embargo, su forma de gobierno solo generó divisionismo entre sectores evangélicos;[157]​ luego del suceso de 1992, uno de los miembros de la comunidad evangélica, Guillermo Flores, señaló en 2021 que aquel autogolpe fue «el real detonador del discurso religioso peruano como lo conocemos ahora».[158]

Si bien Fujimori tuvo más respaldo popular cuando postuló como presidente de la república, de ahí su característica que asemeja al neopopulismo, su rival Mario Vargas Llosa tuvo apoyo de sectores elitistas;[159][160]​ apoyo que fue perdiéndose por los problemas de organización.[147]​ Vargas Llosa, quien experimentó ideas liberalistas y progresistas en su juventud,[161]​ respaldó el fenómeno de la «nueva derecha».[162]​ El escritor fundó en 2002 la Fundación Internacional para la Libertad, uno de los think tanks que estableció una híbrida ideología liberal-conservador basado en el consenso de Washington, cuya prevalencia es en ser una institución con «modernización conservadora»,[163]​ análoga a la «modernización tradicionalista» del siglo XX. Sin embargo, debido a la escasez de grupos de expertos en el país, su influencia directa sobre los partidos políticos fue limitada durante la década siguiente, periodo en que las políticas públicas se caracterizaron por su continuidad.[164]

Desarrollo del conservadurismo en el siglo XXI[editar]

Durante las primeras tres décadas del siglo XXI, el conservadurismo se mantuvo como una tendencia predominante en el Perú. Esta tendencia encontró apoyo en las políticas iniciales de la década del 2000,[165]​ así como en la corriente iliberal en América Latina.[166]​ El Estado peruano mantuvo un enfoque conservador, perpetuando el statu quo establecido en la Constitución de 1993, promulgada por Alberto Fujimori tras su autogolpe. La comunicadora Laura Arroyo señaló que el legado de Fujimori, el fujimorismo, se extendió a los gobiernos posteriores.[167]​ Simultáneamente, la influencia de la Iglesia Católica se mantuvo significativa, tal como lo establecía el artículo 50 de la Constitución de 1993, que reconoce su importancia para la unidad nacional y el desarrollo espiritual.[168]​ La narrativa antiterrorista promovida por el fujimorismo se opuso al informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, que investigaba los crímenes cometidos por las fuerzas del orden.[169]

Keiko Fujimori, Pedro Pablo Kuczynski y Juan Luis Cipriani en 2016.

Las campañas electorales de los presidentes Alejandro Toledo y Alan García, que buscaron romper con la continuidad, resultaron infructuosas.[170]​ En cambio, el politólogo Alberto Vergara afirmó que el segundo, quien gobernó entre 2006 y 2011, convirtió a su segundo partido político, el Partido Aprista Peruano, en «casi un segundo fujimorismo».[171]

Al igual que el Partido Aprista Peruano, el Partido Popular Cristiano (PPC) fue otra fuerza política importante a principios del siglo. Según Luis Benavente, director del Grupo de Opinión Pública de la Universidad de Lima, Lourdes Flores Nano, una líder destacada del PPC, se convertiría en un referente importante para los simpatizantes del fujimorismo.[172]​ Con el propósito de conservar su influencia en el ámbito político, el Partido Aprista Peruano y el PPC formaron la Alianza Popular. Sin embargo, esta alianza no tuvo éxito y se desintegró en el año 2016, según el director del portal web El Montonero.[173]

Mientras tanto, el legado del fujimorismo se materializó en el partido político Fuerza Popular, fundado a finales de la década de 2010 por la hija del expresidente peruano, Keiko Fujimori.[nota 1]​ Con simpatizantes más reaccionarios que posicionaron a la organización en ese espectro,[178]​ los apodados «halcones»,[179]​ el partido promovió el activismo ideológico en el Estado posterior al Fujimorato contra sus opositores progresistas,[180]​ incluidos feministas,[181]​ por medio de cuentas dedicadas en redes sociales. Al terminar los años 2010, el fujimorismo compartía rasgos ideológicos con Solidaridad Nacional, que formó la alianza Unidad Nacional junto con el PPC.[182]​ Al año siguiente, en 2021, presentaba similitudes con agrupaciones como Renovación Popular (ultraconservadora), Perú Libre (antiliberal de izquierda) y Avanza País (afín al neoliberalismo), según Instituto de Defensa Legal y otras fuentes.[183][184][185][186]​ No obstante, estas organizaciones políticas enfrentaron cuestionamientos debido a presuntas irregularidades en el manejo de recursos financieros.[nota 2]

Antes del surgimiento de Fuerza Popular, tras la desilusión provocada por el régimen de Fujimori,[189]​ las agrupaciones religiosas hallaron un refugio provisional en el partido Restauración Nacional bajo la dirección de Humberto Lay, quien inicialmente propugnaba una ideología progresista al inicio de la década de 2000. Sin embargo, la decadencia de Restauración Nacional dio paso al advenimiento de movimientos «antiderechos» que abogaban por valores familiares tradicionales y se manifestaban en contra de las libertades civiles.[190]​ Según José Luis Pérez Guadalupe, durante el período 2005-2010, la tendencia conservadora en la iglesia católica favoreció la elección de obispos de movimientos religiosos emergentes en detrimento de las confesiones tradicionales.[191]​ Paralelamente, en el ámbito evangélico se desarrollaron grupos de presión para manifestar públicamente los intereses de sus movimientos.[192]

Los grupos evangélicos, vinculados a partidos de centroderecha,[193]​ tuvieron un mayor impacto en los debates sobre valores familiares que sus homólogos católicos.[117][194][195]​ Ambas comunidades religiosas, incluidos movimientos como el Opus Dei,[196]​ han respaldado políticamente el concepto de valores familiares, promoviendo posturas provida. Esta tendencia se ha manifestado en la representación parlamentaria de organizaciones como Renovación Popular.[197]

Simultáneamente, surgieron organizaciones políticas con orientaciones religiosas no tradicionales, destacando el Frente Popular Agrícola del Perú (Frepap). La analista Adriana Urrutia lo identifica como un reflejo del «descontento conservador».[198]​ Según el antropólogo Carlos Ráez, el Frepap pretendía evadir comportamientos que reflejaran un extremo fanatismo religioso o conservadurismo.[199]​ Su supuesta distancia del fujimorismo ha generado controversia.[200]

En 2018, un estudio realizado por la Pontificia Universidad Católica del Perú reveló la existencia de una laxitud moral en los gobernantes del país, lo que fomenta la dependencia antiprogresista y desmotiva la participación política para promover propuestas de cambio.[201]​ En 2020, un estudio de Ipsos Perú indicó que el 65 % de la población se identifica como «conservadora» o de tendencia conservadora.[202]​ En 2023, el periodista y músico Fernando Pinzás señaló que la política es considerada un tema tabú en muchos casos, debido a la presión social de una sociedad con valores tradicionales.[203]​ Además, expresó que los artistas peruanos no son conscientes de la importancia de asumir una postura política, pues el silencio puede ser cómplice de la corrupción, los crímenes y el autoritarismo.[203]

Video externo
¿Qué busca la derecha en el Perú?, entrevista a Omar Coronel por el investigador Francisco Durand. Vídeo de Otra Mirada en 2021.
Análisis sobre la ola conservadora en Lima y la importancia de Renovación Popular en el país por el excandidato Guillermo Flores Borda.
Entrevista a José Manuel Morán, investigador y coordinador del estudio de CLACAI sobre as similitudes entre movimientos neoconservadores en Perú, Bolivia y Ecuador. Realizada por Clara Elvira Ospina.
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Prácticas de conservación política en los gobiernos del siglo XXI[editar]

Años 2000 y 2010[editar]

En los primeros años del siglo XXI, se observó un panorama inestable en el que la relación entre la Iglesia y el poder ejecutivo afrontó una serie de desafíos durante el gobierno de Valentín Paniagua. La publicación de ciertas cartas, por parte de la revista Caretas,[204]​ originó una controvertida situación en la cual el gobierno rechazó enfáticamente la existencia de algún tipo de ruptura en las relaciones.[205]​ Asimismo, en el año 2004, el primer ministro Carlos Ferrero Costa negó categóricamente la existencia de algún tipo de acuerdo conspirativo entre el Ejecutivo y el Congreso.[206]​ Por su parte, el representante de la Iglesia en ese momento, Juan Luis Cipriani, expresó su vehemente descontento, calificando los hechos como un «golpe bajo muy fuerte» que afectaba gravemente la imagen de la comunidad.[207]

Por otra parte, durante el gobierno de Alejandro Toledo, la cartera de Salud estuvo liderada por dos ministros (Luis Solari y Fernando Carbone) que representaban movimientos en oposición a los derechos humanos.[208]​ No obstante, en el marco de una crisis ministerial en 2004, el tercer vicepresidente del Congreso, Carlos Infantas, advirtió de una eventual reestructuración conservadora para mantener «las políticas de privilegios que gozan los poderosos grupos económicos que comen con "cuchara grande"».[209]

De aquella crisis, entró en escena Alan García, quien criticó a Toledo por presumir de «heredar un nuevo senderismo».[210]​ El político socialdemocrático Fernando Olivera, quien fue embajador durante el gobierno de Toledo, señaló que era un opositor y entabló una «conspiración planificada para derrocar al régimen democrático».[211]​ Sin embargo, García estuvo acompañando de un partido político (APRA) menos crítico y aliado de coaliciones frente a una precaria situación institucional;[212]​ además, el partido político se enfrentó en 2004 en desprestigiar la constitución 1993, en que el líder aprista se opuso para mantener la inversión económica[213]​ y realizó presuntas negociaciones con Paniagua.[214]​ Es, por eso, que en el nuevo mandato de García, a diferencia de su primer gobierno socialdemócrata, retornó con una postura más conservadora y a favor de permanecer la situación política más favorable hacia el Estado.[215][216]​ Asimismo, prometió no aprobar normas vinculadas con el aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo.[217]

En sus discursos de gobierno, el entonces líder aprista llevó la ejecución del Consenso de Lima, nombre asignado a un proyecto político y económico extraoficial. La continuación de la política neoliberal iniciada por Fujimori se tradujo en políticas inspiradas en las de Augusto Pinochet, como la instauración de la Marca Perú para promover el atractivo turístico del resto del país[218]​ y la ambición de realizar obras de infraestructura y recolectar recursos similares a las de Augusto B. Leguía.[219]​ Dicho líder ignoró que un sector de la extrema derecha estaría planeando un atentado contra su vida, según informaron fuentes de la embajada de los Estados Unidos.[220]​ El medio Canal N divulgó que empresarios y militares tenían previsto realizar el atentado para enero de 2007.[221]​ Finalmente, Pilar Mazzetti, ministra del Interior, descartó el atentado al tratarse de un rumor.[222]

Por otra parte, los grupos indígenas, comunidades que se opusieron a las extracciones de recursos naturales, como lo había hecho Belaúnde Terry, fueron vistos por García como un «atraso» para el progreso.[223]​ Las denuncias formuladas ante los medios locales por la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana no siempre recibían atención,[224]​ y el rechazo de Alejandro Toledo a las posturas autoritarias[225]​ contribuyó a un clima de descontento que culminó en la crisis política peruana de 2009,[nota 3]​ marcada por el enfrentamiento conocido como el Baguazo.[227][228]​ García optó por atribuir la crisis a una conspiración externa.[229]​ Como consecuencia de la crisis, se mantuvo una política favorable a los grandes capitales (nacionales y extranjeros),[230]​ lo que permitió mantener el crecimiento económico. El presidente sucesor, Ollanta Humala, intentó cambiar esta situación con su agenda programática, pero no tuvo éxito.[231]

«Hemos tenido, desde 2016, una sucesión de gobiernos dentro de las reglas constitucionales. En ese año, pasaron a segunda vuelta dos candidatos de derecha; uno más liberal que ganó la presidencia, y otro más conservador. Cuando muchas veces son del mismo sesgo ideológico, los enfrentamientos son mayores».
—El economista Julio Velarde en el Foro Económico Mundial.[232]

Tras la presidencia de Humala, el gobierno peruano fue asumido por Pedro Pablo Kuczynski. Éste respondió a las preocupaciones ciudadanas sobre la implementación del enfoque de género[233]​ y, en 2023, se opuso a la postura «hiperprogresista» de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.[234]​ Su mandato estuvo marcado por una crisis política que configuró nuevos rasgos de la derecha conservadora peruana en su historia.[235]Mercedes Aráoz, entonces vicepresidenta, presenció la censura de ministros de Educación por parte de legisladores fujimoristas y afines. Criticó la presencia de «un grupo ultraconservador con ideas que, en verdad, ya no son propias del siglo XXI».[236]​ En el año posterior a la destitución de Kuczynski, se formaron dos bloques parlamentarios con un enfoque predominantemente conservador, apoyados por Gilbert Violeta, Juan Sheput, Pedro Olaechea y Salvador Heresi. Estos bloques permanecieron activos hasta 2020.[237]

Mientras ocurrían los mandatos de Humala y Kuczynski, el político y excongresista Ántero Flores-Aráoz propuso formalizar en los años 2010 la Coordinadora Republicana,[238]​ un colectivo de dirigentes políticos, empresarios, religiosos y comunicadores que buscaba unificar la derecha política desde los puntos de vista republicano-conservadores. Si bien inicialmente el proyecto no tuvo éxito,[239]​ con el tiempo ganó solidez y apoyo.[nota 4]​ El colectivo fue señalado como responsable de crear un complot contra el presidente Martín Vizcarra, según el asumido ministro de Defensa, Walter Martos.[242]​ Luego de concretarse la vacancia, Flores-Aráoz fue primer ministro de Manuel Merino,[243]​ quien pasó de presidente del Congreso a un fugaz presidente de la República en medio de protestas de 2020, en las que los manifestantes se refirieron a las nuevas autoridades como «dinosaurios».[244]​ Algunos responsables de gremios empresariales y exfuncionarios de APRA formaron parte del gabinete Merino.[245]

Elecciones generales de 2021 y coalición ideológica durante crisis política[editar]

En la década de 2020, surgieron nuevas figuras políticas del mismo corte. Pedro Castillo, candidato del partido de izquierda Perú Libre, cuyo líder Vladimir Cerrón es contrario al progresismo, compitió con Keiko Fujimori. Aunque Castillo pretendió cuestionar el legado económico de su padre,[246]​ mantuvo la misma postura social de la candidata.[nota 5]​ Castillo también contó con el respaldo del líder religioso Anthony Lastra Velarde, quien actuó como enlace con la comunidad evangélica.[251]

Por otro lado, Rafael López Aliaga, con las mismas posturas radicales, postuló con el refundado partido Renovación Popular.[252]​ Si bien no logró pasar a la segunda vuelta, resultó elegido alcalde de Lima con su campaña centrada en «valorar a la familia»[253]​ y reconocer a figuras internacionales como Agustín Laje y Eduardo Verástegui.[254]​ En una entrevista con el diario El Comercio, López Aliaga afirmó tener una postura definida, a diferencia de Keiko Fujimori, quien, según él, ha mostrado una «variabilidad» en su postura provida.[255]​ El diario español El País y el investigador Carlos Meléndez, por su parte, informaron que algunos exsimpatizantes de Fuerza Popular cambiaron su preferencia hacia Renovación Popular.[184][256]​ Los grupos políticos de derecha tuvieron como objetivo a Verónika Mendoza, una representante mediática de la izquierda política de la época.[257]

Conclusiones del porqué el Sistema Interamericano de Derechos Humanos está «ideologizado», a partir de una discusión entre José Luis Sardón, el activista Lucas Ghersi y el universitario Carlos Hakansson en el Congreso de la República:
  • «Comportamientos irregulares» en los procesos abiertos en contra del Perú.
  • «Clara identificación política de izquierda» de sus magistrados de la corte interamericana.
  • El sistema «nació con deficiencia» y, por ello, Estados Unidos no firmó el pacto de San José.
—Extraído de un comunicado de prensa el 16 de octubre de 2023.[258]

La llegada de Castillo al poder se vio afectada por una crisis electoral de 2021 y una nueva dicotomía entre la «democracia y la esperanza» contra el «odio y resentimiento».[259]​ La postura conservadora fujimorista, representada en una parte de la zona urbana de Lima[260]​ y que obtuvo una parte del parlamento, fue un factor importante en la crisis política. Mario Vargas Llosa, representante de la Fundación Internacional para la Libertad, mostró abiertamente su rechazo a Castillo por estar supuestamente vinculado al socialismo del siglo XXI.[261]​ Además, políticos participaron en una serie de conferencias, como el regional Foro de Madrid.

Dentro del país, se presenciaban campañas mediáticas contra adversarios del conservadurismo,[262]​ como también actos en rechazo a organizaciones que consideran «ideologizadas» como la CIDH.[263][264][265]​ Uno de ellos fue aquel cartel puesto en el Congreso con el mensaje «OEA, a la mujer la define la biología, no la ideología»,[266][267]​ respaldada por la organización cercana al Foro de Madrid CitizenGo.[268]​ Aquello ocurrió durante la presidencia parlamentaria de José Williams, también defensor del cartel,[269]​ días después de que el ente legislativo aprobara «sin generar obligaciones internacionales a futuro» el uso de los baños neutros para el evento interamericano Juntos contra la desigualdad y la discriminación.[270][271]

La coalición conservadora nacida del Congreso adquirió aliados de otros sectores, como las fuerzas armadas,[nota 6]​ los empresarios y los representantes de entidades ideológicamente compatibles con el ente, como el Ministerio Público[273]​ y el Tribunal Constitucional.[277]​ Sobre este último organismo, que vela por el cumplimiento de la ley en el país, algunos magistrados tuvieron cercanía con el movimiento fujimorista.[nota 7]​ El entonces ministro del Interior, Avelino Guillén, denunció la presencia de la ultraderecha y señaló que «Keiko Fujimori debe dar explicaciones al país».[282]

Ex miembros del Comando Chavín de Huántar en una manifestación de 2022. Se muestra la etiqueta #TerrorismoNuncaMás.

Asimismo, militares en situación de retiro,[nota 8]​ con objetivos similares a los de La Resistencia,[288][289]​ se unieron a la oposición contra Castillo.[290]​ Tras la destitución de este por congresistas, se desencadenó la convulsión social en contra de autoridades que no representan a la ciudadanía. El Ejecutivo, dirigido por Dina Boluarte (antes exvicepresidenta), mantuvo una alianza extraoficial con sectores tradicionales del Congreso,[291]​ incluyendo el apoyo del fujimorismo.[292][293]​ De acuerdo con International Crisis Group, Boluarte también contó con el respaldo de sectores empresariales.[294]​ Además, los militares retirados respaldaron las acciones de soldados y policías contra los manifestantes durante el período de convulsión social.[295]

En el gobierno de Boluarte, se mostró una postura contraria a la «política ideologizada» en la educación y otros ámbitos del país.[296][297]​ Algunas medidas tomadas incluyen la eliminación de la dirección sobre transversalización del enfoque de género en el Ministerio de la Mujer[298]​ y la exclusión de profesores que no compartan los ideales de la Constitución.[299]​ Por su parte, el Congreso aprobó, por insistencia, un proyecto de ley que «declara de interés nacional la introducción de contenidos curriculares de estudio sobre educación cívica e historia de la subversión y el terrorismo en el Perú».[300]​ El objetivo de esta iniciativa es imponer una narrativa histórica acorde a los intereses de los grupos conservadores.[300]

Existe un notable consenso sobre la formación de una coalición política unida dentro de ese espectro ideológico.[277]​ Esta alianza integraría a representantes de partidos conservadores, centroderechistas y populistas.[301]​ El politólogo Juan de la Puente la ha resumido como «el vértice de una coalición [conservadora]».[302]​ Por su parte, el director ejecutivo del Consejo de la Prensa Peruana ha señalado que, al tener el control del Congreso, «ya no hay instancias [de defensa]» de la democracia, por lo que se ha establecido un «camino decidido hacia el autoritarismo».[303]​ Además, el historiador Hélard Fuentes Pastor ha expresado que, con la representación de Boluarte, «la presidenta está asumiendo un rol ante la opinión pública como una salvadora» porque «se ahonda en una configuración de dinámicas autoritarias».[304]​ Finalmente, el estudioso estadounidense Charles Walker ha manifestado su «hipocresía» al recurrir Dina Boluarte a la figura de Micaela Bastidas, conocida por ser un emblema de la rebelión indígena.[305]

Voces opositoras como Verónika Mendoza y Francisco Sagasti,[306]​ así como los periodistas Juan Carlos Tafur[307]​ y Fernando Vivas,[308]​ criticaron al nuevo mandato por estar involucrado en una coalición «autoritaria» y «conservadora».[309]​ Incluso el exministro de Cultura, Jorge Nieto, refirió simplemente de lo «más parecido a la extrema derecha».[310]​ En el ámbito internacional, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, autoconsiderado como crítico del parlamento «conservador»,[311]​ señaló durante el conflicto diplomático con algunos países que no reconoce a Boluarte la presencia de un «golpe del conservadurismo».[312]

Los ataques contra el progresismo continuaron con la aprobación de la investigación sumaria del Congreso contra la Junta Nacional de Justicia,[313]​ así como la creación de la Comisión de Alto Nivel para denunciar a la CIDH con bases populistas so pretexto de «no [colisionar] con las facultades constitucionales previstas para el Poder Ejecutivo y para el Poder Ejecutivo».[314]​ En relación con esto último, también se propuso desvincularse del Estatuto de Roma con el apoyo de José Cueto y Fernando Rospigliosi para permitir la prescripción de crímenes de lesa humanidad.[315]

A pesar de las acusaciones imputadas a Pedro Castillo, el medio IDL-Reporteros reportó que grupos parlamentarios de derecha y extrema derecha habrían realizado coordinaciones con otros funcionarios para inhabilitar figuras detractoras, como Zoraida Ávalos, percibida como una supuesta amiga de Martín Vizcarra.[316]​ El analista Alberto Quintanilla Chacón ha expuesto que la derecha conservadora, bajo un gobierno de facto desde el parlamento,[317]​ ha emprendido una campaña difamatoria contra Gustavo Gorriti, reconocido periodista opositor al fujimorismo y actualmente director de IDL-Reporteros. Esta campaña busca presentarlo como una figura responsable de la «polarización» en el contexto actual, como estrategia para generar empatía hacia los políticos tradicionales.[318]

Desarrollo de los movimientos conservadores en el siglo XXI[editar]

Influencia del fujimorismo en el conservadurismo peruano[editar]

El símbolo El ojo que llora ha sido objeto de atención por parte de grupos afines al fujimorismo, que lo consideran ligado al relato de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR).[319]​ Esta comisión investigó tanto a grupos subversivos como a fuerzas militares. Algunos legisladores han expresado su oposición, calificándolo como una «ofensa a las Fuerzas Armadas».[320]

Durante los mandatos presidenciales de Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski y Martín Vizcarra, el Congreso peruano estuvo influenciado por el partido de oposición Fuerza Popular.[321][322][323]​ La oposición de Fuerza Popular se manifestó inicialmente en el rechazo a reformas relacionadas con el enfoque de género,[324][325][326][327]​ consideradas como «ideología» por el partido.[328]​ Los congresistas de Fuerza Popular expresaron sus críticas a través de proyectos de ley como las iniciativas 3610 y 3795.[329]​ Además, el partido participó en la censura a varios ministros de Educación, incluyendo a Idel Vexler[330]​ (con el apoyo del Partido Aprista)[331]​ y Marilú Martens.[332]

Fuerza Popular también se opuso a la investigación sobre el acoso sexual dentro del Sodalicio de Vida Cristiana,[333][334]​ una sociedad acusada de recibir anteriormente la influencia del arzobispo Juan Luis Cipriani.[335]​ Durante el gobierno de Martín Vizcarra, Fuerza Popular recibió críticas por su oposición a las reformas sociales propuestas,[336]​ alegando también supuestas prácticas corruptas en el caso Odebrecht.[337]​ Estas acciones, promovidas por figuras como Martha Chávez y Rosa Bartra, buscaban movilizar votos para las elecciones parlamentarias de 2020.[336]​ En 2022, en una Junta de Portavoces, acordaron un proyecto de ley para remover el monumento El ojo que llora,[338]​ que había sido dañado por partidarios del fujimorismo.[319]​ En 2023, la bancada contribuyó a impedir la elección de Gahela Cari como la primera congresista transgénero en la historia peruana, aprovechando la suspensión del congresista Roberto Sánchez.[339]

Por último, el partido y afines se opusieron a la aprobación de políticas sobre derechos sexuales y reproductivos.[340]​ Aunque estas políticas no fueron apoyadas por los gobiernos anteriores, la implementación de algunas medidas durante el gobierno de Martín Vizcarra generó oposición de la derecha conservadora, según Yehude Simon,[341]​ incluida Fuerza Popular, que condenó las acciones como un equivalente a Sodoma y Gomorra.[342]

En las elecciones de 2011 el partido naranja recibió el respaldo parcial de los sectores evangélicos durante su campaña presidencial,[343]​ que permaneció por diez años.[344]​ Para las elecciones de 2016 el partido recibió apoyo de electores peruanos en el extranjero al igual que otros candidatos cercanos a la derecha peruana.[345]​ Años después, en 2021, grupos conservadores en Lima y otras regiones aprovecharon la campaña anticomunista de Keiko Fujimori ─que identificó su propuesta de «demodura» (juego de palabras entre «democracia»[nota 9]​ y «[mano] dura»)─[350]​ en la difusión de noticias falsas.[255][351]​ En la segunda vuelta, los grupos religiosos compartieron sus convicciones para reforzar los mensajes proselitistas de la candidata presidencial: Los evangélicos se comunicaron con ella por estar vinculada con los principios de la «democracia»;[352]​ mientras que la Conferencia Episcopal Peruana, un ente católico, animó a no elegir a su rival vinculado al «comunismo» para «prevalecer los grandes valores éticos, morales y religiosos que sustentan a nuestra nación desde sus inicios y que constituyen la gran reserva moral del país que debemos cuidar y ennoblecer».[353]

La propagación de noticias falsas fue crucial para la difusión de ideas masivas, infiltrándose en los medios de comunicación y las redes sociales, en particular TikTok.[354]​ Esta estrategia de difusión masiva fue comparada con un «macartismo mesiánico» por Edward Málaga, entonces congresista.[355]​ Luego de la fallida candidatura de Keiko Fujimori, grupos de poder afines a Fujimori fueron más drásticos cuando acusaron a las elecciones de un supuesto «fraude»[356]​ y recurrieron continuamente a discursos de odio.[357]​ La estrategia se solidificó de posturas reaccionarias para generar temor hacia los partidos políticos de izquierda;[358]​ colectivos cercanos a la ultraderecha como La Resistencia,[359]​ la Sociedad Patriotas del Perú,[360]​ la Coordinadora Republicana[361]​ y Ciudadanos por la Democracia (que acompañó en los mítines de Lourdes Flores Nano)[362]​ incitaron la salida del electo candidato rural, Pedro Castillo, incluso de forma violenta. El Consejo de la Prensa Peruana denunció una campaña de persecución ideológica.[363]

Con el cambio de mandato por parte de Dina Boluarte, el investigador social Eduardo Cáceres refirió que ese nuevo mandato tuvo una «disputa abierta» con las directrices de gobierno de la lideresa de Fuerza Popular.[364]​ El analista y docente universitario Leoncio Alemán, en una entrevista concedida a Onda Azul, mencionó que el partido político en cuestión ha logrado obtener dos de las comisiones del Congreso, en que elaborarían leyes que podrían forzar la prescripción a los condenados por delitos graves.[365]​ Una de las opositoras, la congresista Sigrid Bazán, acusó a Keiko Fujimori por supuestamente conllevar a un gobierno en la sombra.[366]​ Tal supuesto conllevó a que la representante del fujimorismo sea la tercera en Encuesta del Poder realizada por Ipsos en 2023[367]​ y al partido Fuerza Popular como el más cercano al gobierno de Boluarte en 2024, según el 32 % de los encuestados por Datum.[368]

Conservadurismo religioso tras el Fujimorato e influencia de grupos evangélicos[editar]

Manifestantes conservadores en la Marcha por la Vida de 2018, organizado por el movimiento Con mis hijos no te metas.

Años posteriores al Fujimorato vieron la promulgación del decreto ley que reconoció el Día del Niño por Nacer en 2001, un hito importante en la agenda antiaborto en la política peruana.[369]​ Este reconocimiento precedió a la modificación del Código Civil en 2023, que otorgó derechos al concebido.[370]​ Durante el debate sobre la adopción de la píldora del día siguiente en 2004,[nota 10]​ luego que los anteriores ministros de Salud del gobierno toledista permitieron una campaña de desinformación en contra de las políticas de derechos sexuales y reproductivos,[237]​ la Conferencia Episcopal Peruana emitió una declaración que recalcó que la Constitución de 1993 «protegerá al concebido en todo aquello que le beneficie».[372]​ Además, en 2005 se formó la Declaración de Lima, un manifiesto concertado entre una red internacional de conservadores provida, con el objetivo de difundir ideas religiosas y afines en Perú con el apoyo de organismos internacionales.[373]​ En 2016 se firmó otro documento provida bajo el mismo nombre, con el apoyo explícito del entonces alcalde Luis Castañeda (miembro del partido Solidaridad Nacional, predecesor de Renovación Popular) y la Coordinadora Nacional Pro Familia.[374][375]

Con figuras religiosas que apoyaron los «métodos anticonceptivos naturales», como el sacerdote Juan Serpa en 1999,[376]​ el conservadurismo permaneció instalado entonces en el ministerio de Salud.[377]​ Un estudio de 2018 por la Universidad de San Martín de Porres indicó que el 76 % de médicos se identificaba de creyente religioso.[378]​ Posteriormente, la vigencia del conservadurismo social se presenció en el informe de USAID en 2020, cuando señaló «la fuerte resistencia cultural a aceptar prácticas que muchas otras sociedades de la región aceptan mayormente», específicamente en público con mayor presencia religiosa (vinculada con encuestados adultos y con poder económico reducido).[379]

El consenso de los grupos provida ocurrió en diferentes encuentros, reuniones y debates que permitió la interacción entre los participantes importantes: los religiosos y los políticos.[380]​ Uno de ellos ocurrió en 2014, cuando Juan Luis Ciprani entabló el Compromiso por el Perú, un documentó que reunió firmas de organizaciones políticas y religiosas en tratar temas progresistas en el país,[381][382]​ en el cual el partido político del gobierno de Ollanta Humala, que asumía en ese entonces, no participó.[383]​ Un estudio de la Universidad de San Martín de Porres a cargo de Rottenbacher de Rojas (2015) sugirió que las ideas convencionales que presentan nuevos grupos religiosos en la política están directamente vinculados con el grupo de descontento por los limeños.[384]

En 2011 se formó la Coordinadora Nacional Pro Familia (Conapfam), creado por Julio Rosas Huaranga,[385]​ como una respuesta a las ordenanzas progresistas de la alcaldesa de Lima Susana Villarán.[386]​ En consonancia con la creciente ola de conservadurismo en Latinoamérica, que culminó con la elección de Pedro Pablo Kuczynski en 2016,[387][388]​ se llevaron a cabo diversas iniciativas para promover valores tradicionales en la educación. Una de ellas fue la marcha Con mis hijos no te metas, un movimiento ciudadano respaldado por Conapfam que surgió tras la derrota de Keiko Fujimori en las elecciones.[389]​ Si bien el fundador de Conapfam negó las aspiraciones partidistas del movimiento,[390][391]​ sus manifestaciones lograron congregar a multitud de ciudadanos.[369][nota 11]​ Algunas de las posturas políticas abogadas por Conapfam encontraron apoyo en el neopentecostalismo,[393][394]​ lo que se evidenció en las posteriores reuniones entre miembros de la Alianza Cristiana y Misionera con legisladores de grupos conservadores.[395]

Tras sus primeras manifestaciones en 2016 y 2017, el activismo conservador experimentó un resurgimiento. Ante la disolución del Congreso por el presidente Martín Vizcarra, Christian Rosas, portavoz de la organización Con mis hijos no te metas, expresó su desacuerdo en base a la legitimidad de la elección presidencial.[396]​ Al mismo tiempo, un colectivo de pastores evangélicos manifestó su oposición a través de una carta dirigida al presidente Vizcarra, denunciando supuestas amenazas a los valores tradicionales por parte de organizaciones no gubernamentales (ONG) financiadas internacionalmente.[397]​ Simultáneamente, el Colectivo Unidad, integrado por cristianos con intereses políticos, organizó su primera cubre iberoamericana provida, celebrada en 2020. El evento recibió el respaldo de la Universidad de San Martín de Porres y contó con la participación de renombrados políticos, incluidos Rafael López Aliaga y Hernando de Soto.[398]

Al igual que ocurrió en congregaciones católicas, no todos los movimientos afiliados al fujimorismo o similares se negaron a desarrollar políticas a favor de los derechos humanos, tal como ocurrieron en los años 1990 con las asociaciones del entonces Concilio Nacional Evangélico del Perú.[399]​ Para finales de la década de 2010, se presenció una nueva separación de ese movimiento cuando la Unión Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas del Perú, que agrupa a iglesias independientes en el país, se enfocó en atender problemas de la sociedad en lugar de prevalecer ideas afines al creciente «contramovimiento religioso conservador».[400]

Consolidación de las facciones evangélicas y medidas contra los estudios de género[editar]

El movimiento profamilia fue consolidado en el Poder Legislativo en los siguientes años, específicamente en los años 2020. Este estuvo influenciado por Fuerza Popular, según Perú 21 los simpatizantes religiosos fueron el bolso de votos para su representación parlamentaria.[401]​ Es tal su influencia, que el decano El Comercio señaló la obtención por lo menos dos escaños parlamentarios en 2019 por algunos representantes del movimiento;[402]​ mientras La República vaticinó que el evangélico Alejandro Muñante, momentáneamente vocero de Con mis hijos no te metas y opositor de «quitar a Dios de la política», participaría en el siguiente periodo parlamentario,[403]​ la cual ingresó en la elección de 2021 bajo Renovación Popular. El sociólogo y exministro Pérez Guadalupe denominó como el fenómeno de «las facciones evangélicas».[404]

La elección de algunos conservadores religiosos el Parlamento permitieron concretar medidas contra el enfoque de género,[405]​ bajo un nuevo bloque parlamentario denominado «Por la vida y la familia»;[406]​ cuya vehemencia fue mayor en el 2023, al ocurrir diferentes sucesos más allá de instaurar la agenda provida. Este bloque contó además con el asesoramiento de la Red Nacional de Abogados por la Defensa de la Familia (Renafam), que reforzó sus posiciones y los cambios normativos propuestos.[407]​ También tuvo contactos con el grupo vinculado al Sodalicio de Vida Cristiana, el colectivo Padres Peruanos, administrada por Giuliana Caccia Arana.[408]

El caso más notable de las elecciones parlamentarias fue el de los baños inclusivos del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, que fueron denunciados por el congresista evangélico Alejandro Muñante,[409]​ de Renovación Popular, a partir de un vídeo compartido en TikTok por una persona que se define como politóloga cristiana.[410]​ El resultado fue que Ositrán solicitara moderar los carteles de baños inclusivos propuestos por la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, bajo la premisa de «no confundir a los usuarios».[411]​ Esta medida fue rechazada por la Comisión Nacional contra la Discriminación (CONACOD), órgano adscrito al Ministerio de Justicia, debido a que el uso de baños inclusivo contó con el respaldo normativo constitucional e internacional.[410]​ Meses después, su colega Jorge Montoya elaboró un proyecto de ley para eliminar los carteles a todo país por supuestamente riesgo la privacidad y la integridad de las mujeres y las niñas.[412]

El Parlamento también aprobó una secuencia de medidas controvertidas. La bancada de Renovación Popular consiguió apoyo para oponerse al uso de la bandera LGBT en la santa Rosa de Lima,[413]​ la eliminación de la terminología inclusiva en documentos del Estado[nota 12]​ y el cambio de denominación del Ministerio de la Mujer.[417]​ Ambas posturas finales fueron apoyadas por la diputada Milagros Jáuregui, que animó a «estudiar en nuestra lengua natural».[418]​ Además, Muñante de la señalada bancada presentó un proyecto de ley para eliminar la paridad y la alternancia, argumentando que resta oportunidades a «aquellos que realmente quieren hacerlo con un verdadero compromiso».[419]​ En otro orden de cosas, tras la creación del Observatorio Nacional para la Vigilancia del Recién Nacido[420]​ y como evidente estrategia contra la «destrucción de la integridad de la familia», la parlamentaria María Acuña Peralta (Alianza para el Progreso) propuso la obligatoriedad de exámenes psicológicos para el matrimonio civil.[421]

Sobre el impacto de las políticas fundamentalistas parlamentarias, el analista Alejandro Boyco verificó para RPP que tras asumir la presidencia de las comisiones de Educación, Mujer y Salud el movimiento tomó «más allá del conservadurismo [...] una agenda antiderechos, que va contraria a todos los estándares de derechos humanos internacionales»; algunas de ellas están relacionadas al matrimonio infantil y el patriarcado.[422]​ Además, la exministra de la Mujer, Gloria Montenegro, señaló que más allá de algunos parlamentarios hay una «fuerte cultura machista en nuestro país».[423]

Posturas notables[editar]

Neoliberalismo y la economía en torno al lucro[editar]

Aquí la «ideología neoliberal» es simplemente una coartada, una excusa de un grupo (en referencia a la alianza de partidos políticos con el Foro Madrid y similares). En realidad de una «argolla», cuya representación pública es una congresista que cree que el Grupo de San Paulo (sic) quiere dominar el mundo, que lo peor son las feministas, las llamadas abortistas, los comunistas y hasta los liberales auténticos, para terminar con un pluralismo abierto, con una nueva convivencia basada en la interculturalidad y en compartir una misma patria de iguales. Por eso proponen una abierta política [de] exclusión. [...] [Porque las demás culturas] son un «mal ejemplo».
—El investigador Alberto Adrianzén resume la «ideología neoliberal» en una columna del seminario El Búho de Arequipa[424]

El neoliberalismo ha jugado un papel fundamental en la política nacional, especialmente dentro de los grupos conservadores, conformando el denominado «archipiélago conservador».[425]​ El historiador Franklin Pease García Yrigoyen señaló que, desde finalizada la época colonial, la corriente conservadora ha mantenido una postura favorable a la participación del Estado en la economía, incluso tras la independencia del dominio español. Esta visión propugnaba un rol activo del Estado como «productor del bien público y de la bonanza económica», contando con el apoyo de comerciantes extranjeros.[426]​ En el siglo XXI la tendencia conservadora sugirió al neoliberalismo como una corriente positiva por su particularidad en obtener recursos a cambio de generar megaobras.[427]​ Esta tendencia sirvió de contrapeso al auge ideológico del grupo terrorista Sendero Luminoso.[428]

Las políticas del consenso neoliberal fueron aplicadas en los años 1980[429]​ definitivamente efectivas con el Fujishock, luego de las propuestas económicas recibidas desde Washington hacia América Latina, las que estuvieron fuertemente relacionadas desde entonces.[430]​ A su adaptación local, en que muchas de las medidas se asemejaron al Plan Verde que elaboraron mandos militares en los años 1980, se le apodó como el «neoliberalismo criollo».[431]​ Esta adaptación cuenta con el apoyo de la élite económica y parte de la clase media, cuyos partidarios abogan por la desregulación, la privatización y la eliminación de los programas sociales;[227][432][433]​ además, que se modifica el compromiso social en sectores mayormente rurales con un enfoque más individualista, siendo el movimiento cooperativo que dejó la primera reforma agraria reemplazada por empresas que buscan ofrecer tales enfoques.[429]

Este toma conceptos clásicos de la ideología; donde sostiene a una comunidad política conformada por individuos (sean empresarios o integrantes de gremios) que «deben enriquecerse» para encontrar el progreso de los peruanos, y así ganar su liderazgo en la toma de decisiones del país.[431]​ La ideología ha intentado ampliar su alcance a otros segmentos de la sociedad mediante promesas.[434]​ El escritor Jaime de Althaus ha afirmado que la viabilidad del modelo económico depende de la prevención de la regulación excesiva que pueda obstaculizar la iniciativa privada, particularmente en las pequeñas y medianas empresas.[435]

Especialistas como Carlos Iván Degregori, Cecilia Blondet y Nicolás Lynch catalogaron a la visión de Hernando de Soto, fundador de la corriente neoliberal en el país, «neoconservadora» por naturaleza, debido los derechos que aplicarían a los trabajadores en condición de informalidad (una de más grandes en el precario sistema laboral del país).[436]​ Con el tiempo, bajo un desempeño deficiente de los gobiernos sucesores,[437]​ este sistema estuvo muy propensa a la corrupción (tal como ocurrió en el segundo gobierno de Belaúnde),[438]​ con muchos peruanos experimentando servicios básicos insuficientes como educación, justicia y seguridad.[227][439][440]

El neoliberalismo de la constitución de 1993, influenciado bajo el neopopulismo de Fujimori,[441]​ fue el primer inicio para fomentar políticas más inclusivas; sin embargo, en la práctica no fue así.[442]​ La falta de intervención estatal promovida por el Consenso alejó los planes de una democracia liberal idealizada,[437]​ ya que la corriente neoliberal continuó luego del régimen autoritario de Fujimori.[443]

La instrucción académica bajo el modelo neoliberal de Fujimori permitió la docencia del sector privado,[444]​ algo que se impidió con la Constitución de 1979.[445]​ Un rasgo importante de este modelo es la «promoción de la inversión en educación» (a partir de una norma legislativa publicada en 1996),[445]​ que solía ligarse de la mercantilización, limitando el conocimiento en algunos sectores con bajo poder adquisitivo.[446]​ El educador Juan Rivera Palomino justificó que el objetivo de la reforma fue de «preparar, entrenar alumnos idóneos, eficientes, competentes y competitivos en la aplicación de conocimientos a situaciones problemáticas para que desarrolle competencias con miras al mundo laboral, al empleo y al mercado como sostienen los técnicos de la OCDE y los del Banco Mundial».[447]

Ecología[editar]

La degradación ambiental en Perú ha sido persistente desde la era colonial hasta el siglo XXI, debido a la priorización del crecimiento económico mediante la extracción de recursos naturales por parte de sucesivos gobiernos.[448]​ Esta dependencia histórica de las materias primas, según el especialista Félix Jiménez, ha contribuido significativamente a este enfoque extractivista.[449]

Durante las administraciones de Fernando Belaúnde y el segundo mandato de Alan García, se promovió el mecanismo extractivista,[450]​ implementando políticas excluyentes en el caso de este último.[451]​ En 2020, el Congreso rechazó la ratificación del Acuerdo de Escazú sobre derechos ambientales, argumentando preocupaciones de soberanía nacional e interferencia económica.[452]​ Esta postura reflejó iniciativas para debilitar las protecciones para los Pueblos Indígenas en Situación de Aislamiento y en Contacto Inicial,[453]​ en contravención de las recomendaciones de consulta previa de la ONU.[454]

La erosión de los derechos ecológicos indígenas ha sido consecuencia de la ausencia de protecciones efectivas,[455]​ particularmente durante el gobierno de Fujimori y las administraciones posteriores que adoptaron políticas neoliberales.[456]​ Los funcionarios alineados con estas ideologías económicas descartaron alternativas a la extracción, considerándolas políticamente sesgadas.[457]​ Estas alternativas fueron defendidas por movimientos sociales que se oponían a las actividades extractivas en las regiones andinas y amazónicas.[458]​ Estos movimientos incorporan fuerzas de izquierda peruanas, pero enfrentan desafíos de coordinación para acciones de resistencia efectivas.[458]

En el ámbito religioso, inmigrantes menonitas en Perú han comercializado cultivos mientras evaden restricciones en sus países de origen,[459]​ lo que ha llevado a titulaciones irregulares de tierras (como en el departamento de Ucayali).[460]​ Por otro lado, se han establecido alianzas para mitigar la presencia empresarial excesiva en entornos ecológicos. La Coordinadora Binacional de la Nacionalidad Achuar del Ecuador y Perú, que involucra movimientos católicos y evangélicos, es un ejemplo de tales esfuerzos.[461]​ La Iglesia católica ha desempeñado un papel significativo en la denuncia de las prácticas de extracción de recursos.[462]

Educación religiosa y tradicionalista[editar]

La educación es uno de los tópicos relevantes en el tratamiento conservador desde que se busca tomar valores de patriotismo en los textos escolares cuando surgió la independencia en 1821.[463]​ Uno de ellos es la formación de la educación religiosa, establecida en la Constitución de 1823, cuyo artículo 10 señaló su intención de promover la «civilización y conversión de los infieles conforme al espíritu del Evangelio».[464]​ Producto de su alianza con la Santa Sede en 1980, a pesar de que ya no es obligatoria en el sistema educativo nacional aunque sí la «ética y cívica» de la Constitución de 1979,[464]​ la doctrina católica prevaleció en la Constitución de 1993.[465]​ En el ámbito universitario siempre se formó una corriente tradicionalista, limitada por grupos de élite social y académico,[466]​ y que se mantuvo vigente con la contrarreforma universitaria de 2021-2022.[467]

La educación durante la etapa neoliberal generó controversia en torno a cualquier contenido que, en palabras del entonces congresista, Rafael Rey, expresaba hostilidad contra la religión y los creyentes católicos. Un ejemplo de ello fue el denominado «manual del sexo», publicado en 1996 por el Estado para la enseñanza secundaria.[468]​ Por otro lado, un estudio realizado por la Universidad de Tarapacá en 2017 sobre los libros de historia ofrecidos en escuelas públicas entre 2010 y 2017, en que aparecen editoriales como Santillana y Norma, identificó nuevas falencias en la currícula como el centralismo y la ausencia de la participación de la mujer en la etapa de la independencia peruana.[469]

Para abordar la carencia, se presentaron iniciativas que fueron rechazadas por los sectores conservadores. La primera iniciativa, presentada en 2012 por el gobierno de Ollanta Humala, proponía un plan de descentralización educativa.[470]​ La segunda iniciativa, presentada en 2017 por el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, proponía una currícula con enfoque de género.[471]​ Esta última iniciativa fue rechazada por los sectores evangélicos, católicos y fujimoristas.[471]

En los años 2020, el sector conservador a mando de Esdras Medina tomó control de la Comisión de Educación del Congreso de la República.[472]​ El resultado fue que en 2022, los grupos tuvieran el derecho de tomar textos educativos que consideren ofensivos;[473]​ mientras que en 2023 se estableció controlar los actos del sector educativo por propuesta de Renovación Popular.[474]​ Analistas como Carla Gamberini Coz señalaron que la imposición no es compatible con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que el Perú acordó en su momento, al eliminar la participación plural en tocar temas sobre sexual integral, interculturalidad, enfoque de género, entre otros.[475]

Oposición con ideas progresistas[editar]

Mafia caviar[editar]

El término «caviar» es recurrente en algunos medios de comunicación como Willax Televisión. En esta imagen del programa Contracorriente, se cita un fragmento del periodista Marco Sifuentes, de la La Encerrona, y sugiere que las opiniones del periodista contradicen la narrativa conservadora predominante en Perú, por lo que son etiquetadas de «fake news».[476]

La expresión «mafia caviar»,[nota 13]​ simplemente llamada «caviar»,[nota 14]​ es usada de forma peyorativa en la política de Perú desde inicios del siglo XXI.[487]​ Esta hace mención a una teoría de conspiración[488]​ —mayormente aludida a los espectros de izquierda, que se extendió al centro[489]​ y afines a lo liberal—,[490]​ de intelectuales, ONG pro derechos humanos,[491]​ medios de comunicación y políticos, para controlar el gobierno e impulsar una «agenda» de corte progresista en el Perú.[nota 13]​ Este término ha sido utilizado por políticos populistas tanto de derecha[492]​ como de izquierda[493]​ y afines a las corrientes conservadoras modernas (véase también neoliberalismo en el Perú)[494]​ o de izquierda no progresista.[495][496]​ El término también ha sido recurrente en medios de comunicación como PBO Radio[497]​ y el canal Willax, que destaca por sus programas de opinión como La hora caviar con Mariátegui y Beto a saber.[490]​ Este peyorativo representa una manifestación local del concepto de «marxismo cultural», término también empleado en el país para designar fenómenos similares.[498]

En su sentido literal, la expresión fue empleada por algunos periodistas para referirse a los simpatizantes de izquierda burguesa que emergieron durante el gobierno de Juan Velasco Alvarado.[499]​  Sin embargo, el periodista Juan Gargurevich sostiene que el término ya se utilizaba a mediados del siglo XX con un sentido crítico hacia las personas que adoptaban ideas sociales liberales de forma superficial, una situación similar a la que se atribuye a la llamada «izquierda caviar». Esta interpretación, distorsionada a partir de su origen francoparlante, se utiliza como una forma de descalificar a quienes sostienen ideas progresistas sin argumentos sólidos.[486]

Tras la llegada de Valentín Paniagua, y en consonancia con movimientos progresistas como el antifujimorismo,[500]​ el término peyorativo se consolidó en el imaginario colectivo peruano como una forma de identificar a Paniagua y otros partidarios de ideas liberales y progresistas.[501]​ Este imaginario tuvo un gran impacto mediático y se convirtió en un tema de debate en el ámbito político.[500]​ Sin embargo, el analista del conservadurismo, Fernán Altuve, señaló que el imaginario surgió más adelante, cuando el presidente Alan García quiso combatir las ideas del gobierno de transición de Paniagua (también citado por detractores como la «república caviar»).[502]​ Algunas personas aludidas por esta expresión reivindicaron su pertenencia a este grupo, desmitificando su carácter ofensivo.[503][504]​ Entre ellas, cabe destacar al periodista César Hildebrandt.[505]

El sociólogo Martín Tanaka describió en 2007 un caso que se asemeja al concepto, cuando el fujimorismo buscó colaborar de forma «natural» con el oficialismo, bajo el mandato de Alan García, porque «se [consideraron] adversarios a las ONG[nota 15]​ y a la "izquierda caviar", que [desconfiaron] de la Corte IDH y de la causa de los derechos humanos».[512]​ Es para 2023, según el sociólogo Tanaka, que el término cobró sentido notorio no solo para la partidos de derecha sino para el conservadurismo en general, en aras de evitar cualquier interferencia con instituciones ajenas, incluso si estas instituciones realizaran investigaciones delictivas hacia ellos.[513]

Rafael López Aliaga utilizó el término para referirse a personas que apoyan el comunismo,[494]​ mientras que Patricia Chirinos lo empleó para criticar a organismos con nexos extranjeros que, a su juicio, recurren a «mentiras y una narrativa falsa e ideologizada» para dañar la imagen internacional del Estado.[514]​ Por parte de la izquierda, representada por Vladimir Cerrón de Perú Libre, define al caviar como un individuo de «origen capitalino limeño, con buenas relaciones de servilismo con la embajada norteamericana, con estudios en el extranjero... poseedores de ONG financiadas por USAID».[493][515]

Terruqueo[editar]

Pancarta durante la marcha por el 8M de 2024 en Lima.

El terruqueo es una práctica política y social utilizada mayoritariamente por sectores conservadores y de la derecha peruana en general que consiste en asignar a algún adversario, que tiene propuestas de izquierda o es disidente del establishment,[516][517][518][519]​ las connotaciones de ser afín a comportamientos o ideas denominadas «terroristas», de realizar apología del terrorismo o de ser partidario o militante de los grupos armados Sendero Luminoso o el MRTA, con el fin de desprestigiar al oponente o que su discurso se vea invalidado.[520][521]​ El término se complementa con la palabra «caviar», de uso local por parte de los grupos de derecha en Perú.[519]

Es considerada una estrategia política a través de la cual se utiliza el miedo al terrorismo para obtener beneficios políticos,[521][522][523][524][525]​ con el fin de anular cualquier espacio de debate o pluralidad política dentro de un Estado democrático.[526][527]​ Asimismo, también es empleada por algunos medios de comunicación de Lima para criminalizar la protesta social en el país.[528][529]​ Su magnitud es tal que varios especialistas de la ONU condenaron su uso y declararon públicamente que era una táctica de intimidación empleada por el gobierno peruano.[530][531]

El término se ha expandido a otros lugares, como en España, donde la práctica es habitual pero no tenía una denominación clara.[532]​ Un ejemplo ocurre con el Foro de Madrid, una alianza política entre varios partidos políticos y organizaciones de derecha radical en Latinoamérica y España, cuyos detractores acusaron a los miembros de la primera de «[promover] el odio, la discriminación y el terruqueo a nivel internacional» en una sesión de conferencias que tuvo lugar en Lima en 2023.[533]​ En Colombia también existe este fenómeno, en el contexto del conflicto armado interno que se vive en ese país desde la década de 1960. A pesar de que no se usa el término «terruqueo», los grupos de derecha tildan de «guerrillero» a todo partidario de izquierda o a cualquier persona que se opusiera de alguna forma a la clase social y política dominante con el fin de descalificar la crítica social.

Medios de comunicación[editar]

Se demostró que las organizaciones de medios de Perú tienen control de la esfera pública, cuyos propietarios son familias ricas que controlan gran parte de los medios e influyen en las decisiones de la nación para servir a sus intereses económicos.[534][535][536]​ Los principales medios de comunicación del Perú suelen ser económica y políticamente conservadores.[537]

El Grupo El Comercio es el conglomerado de medios más grande de Perú y uno de los más grandes de América del Sur, posee el 80 % de los periódicos, recibe el 65 % de los lectores en línea y genera el 57 % de los ingresos entre las organizaciones de medios más grandes de Perú.[538][539][540][541]​ Aunque inicialmente se opusieron a la familia Fujimori en otros casos, especialmente contra Alberto Fujimori,[542][543]​ el diario El Comercio y otras marcas de la corporación inclinaron su postura a candidatos políticos afines a la derecha, incluidos el presidente Alan García, Lourdes Flores y Keiko Fujimori.[536][544]​ También se percató que el diario tuvo menos cobertura en temas de terrorismo, a diferencia de su rival La República.[545]

Además del Grupo El Comercio, existen otros medios de comunicación de corte mayormente conservador, como los diarios La Razón y Expreso, y el canal Willax. Según las afirmaciones del politólogo Fernando Tuesta, dichos medios desempeñaron un papel crucial en la campaña de desinformación que benefició al entonces candidato presidencial Rafael López Aliaga.[546]​ Además, estas fuentes han sido utilizadas por el partido Fuerza Popular para fundamentar parcialmente sus acusaciones hacia el periodista independiente Gustavo Gorriti.[547]​ Además de los medios más consolidados, han surgido nuevas plataformas que han participado en las referidas campañas de desinformación. Entre ellas destacan PBO Radio, el canal digital CTV (propiedad de la exreportera de Beto a saber Claudia Toro), portales de opinión como La Abeja y la think tank ideológica Ilad Media (liderado por el presentador de Willax Diego Acuña).[548]

En el ámbito religioso, destaca Bethel Radio y Televisión, que tuvo preferencia en compartir acontecimientos políticos.[549][550]​ Esta emisora contó como aliado a Ilad Media[551][fuente independiente requerida] y realizó coberturas de grupos conservadores como la marcha Con mis hijos no te metas.[552]

En la cultura popular[editar]

«Derecha bruta y achorada»[editar]

El periodista Juan Carlos Tafur acuñó en 2010 el término «derecha bruta y achorada» (DBA) en su columna de Diario 16[553]​ y posteriormente en La República.[554]​ El neologismo tomó el peruanismo «achorada», peyorativo de beligerante,[555][556]​ que se originó en las ideas sociales del maquiavelismo y la mercantilización dentro de Perú.[557]​ Dicho término se concibió al sector de este espectro con intereses particulares.[554][558]​ Si bien Álvarez Rodrich define como el segmento «conservador» de la política,[559]​ el término es vinculado como «extrema derecha»,[560][561][562]​ «autoritaria»,[556][563][564]​ y una contraparte de «izquierda caviar» o «terruca».[556][565][566]

El concepto de la DBA ha adquirido mayor relevancia en el Perú de Pedro Castillo.[555]​ Si bien en 2020, Tafur señaló, a partir de un informe de Ipsos, que hay «un 28% se considera conservador y un 37% semiconservador»;[567]​ en 2021, en su columna de Sudaca, ejemplificó a un representante cercano de la DBA al empresario Rafael López Aliaga.[568]​ El seminario Hildebrandt en sus trece ejemplificó el concepto cuando políticos, exmilitares y una think tank (Atlas) se han involucrado en una campaña reaccionaria contra Pedro Castilo.[569]

El término al que se alude ha suscitado reacciones diversas dentro del espectro político ideológico. En 2023, Alfonso Bustamante Canny, presidente de la Confiep, expresó su oposición a la izquierda política, calificándola de retrógrada y contrastándola negativamente con la «derecha», que él denomina «DBA». Argumentó que ambas facciones extremas son perjudiciales y han intensificado la polarización social.[570]​ La congresista Margot Palacios también ha empleado este término para referirse a la oposición parlamentaria que ha criticado las políticas del presidente Pedro Castillo.[571]​ Sin embargo, Iván Arena ha advertido sobre la confusión que puede provocar el término entre los identificados con la derecha política, acusando una manipulación de la opinión pública en un contexto de «izquierda indefinida».[572]

«Viejos lesbianos»[editar]

En las protestas de 2020, grupos sociales juveniles emplearon el meme «viejos lesbianos» para caracterizar al gobierno de Manuel Merino.[573]​ Posteriormente, el periodista Pedro Salinas adoptó esta denominación para aludir a grupos conservadores como la Coordinadora Republicana.[574]​ El gobierno respondió intentando desvirtuar a estos colectivos, alegando falsamente su afiliación a la izquierda política o al Foro de São Paulo.[575]

El apodo ganó popularidad, llevándo a Beto Ortiz, un opositor a los colectivos contrarios a Merino, a organizar un debate televisivo donde se autoidentificó como «viejo lesbiano».[576]​ Ántero Flores-Aráoz, el primer ministro de Merino, también reconoció haber recibido esta denominación.[577][578]

Véase también[editar]

Notas[editar]

  1. Keiko Fujimori participó de compromisos del conservadurismo cristiano local.[174]​ Señaló en 2018 que buscó velar su país en «una sociedad conservadora y tradicional».[175]​ Ella también mostró una postura contraria a medidas reversorias a la de su padre; esta se evidencia cuando culpó al gobierno transitorio de Valentín Paniagua[176]​ y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos[177]​ por supuestamente favorecer a los denominados «terroristas».
  2. Luego de su postulación al Congreso, estos cuatro partidos fueron acusados de presunto financiamiento indebido, un hallazgo publicado por Vigilancia Ciudadana en 2024.[187]​ A raíz de estas acusaciones, se propusieron proyectos de ley para impedir investigaciones sobre las mismas.[188]
  3. Cabe destacar que un grupo de normas que marcó la crisis política de 2009 estuvo respaldado por parlamentarios fujimoristas y afines.[226]
  4. Según el investigador del Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo (Desco), el antropólogo Eduardo Ballón, el colectivo Coordinadora Republicana se nutrió de círculos tradicionalistas vinculados a medios de comunicación como Expreso y grupos de poder afines a la derecha política.[240]​ Dicho grupo siguió en actividad bajo la conducción del constitucionalista Ángel Delgado, quien posteriormente se desempeñó como responsable de la administración municipal de Diego Uceda.[241]​ En 2023, obtuvo el apoyo del congresista Alejandro Muñante, quien se define como ultraconservador.[241]
  5. Para las elecciones de 2021, Pedro Castillo (vinculado a la izquierda) y Keiko Fujimori (derecha) son considerados conservadores sociales, e inclusive ultraconservadores según France 24.[247]​ Existen referencias de Claudia Cisneros[248]The World[249]​ y otros[250]​ que el candidato de Perú Libre mostró rechazo en pilares importantes del progresismo.
  6. En el caso de las Fuerzas Armadas, se mostraron actos de respaldo por parte de otras personalidades. En el evento conmemorativo del 7 de diciembre de 2023, por el denominado «Día de la Democracia» (denominación que ya se oficializaba en los años 2000 para distinguir a quienes lucharon contra organizaciones terroristas), aparecieron a personas cercanas al expresidente García, como Jorge del Castillo y Pilar Nores, así como la exfiscal de la Nación, Patricia Benavides, quien se encontraba investigada por presuntas irregularidades en su gestión como la coordinación de su asesor con partidos políticos de derecha.[272]​ También se reunió Ángel Delgado, presidente de la Coordinadora Republicana, en los primeros asientos de la fila junto a Benavides.[273]​ Además, asistió Manuel Gómez de la Torre, quien fue jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas durante los primeros meses de la convulsión social, calificado por el organizador del evento, el Colegio de Abogados, como «[defensor] de la democracia y el orden constitucional en el Perú».[274]
    Tiempo después, las fuerzas armadas aparecieron en respaldo a Dina Boluarte. El Ministerio de Defensa calificó el suceso de un «hecho político».[275][276]
  7. La cercanía del fujimorismo y el Tribunal Constitucional quedó de manifiesto durante el periodo en el que Fuerza Popular tuvo mayoría en el Congreso de la República, entre los años 2020 y 2021, cuando uno de los primeros magistrados elegidos fue Augusto Ferrero Costa.[278]​ Esta impresión se vio reforzada tras el fin de su periodo mayoritario, cuando Francisco Morales Saravia, quien había tenido relaciones estrechas con la bancada fujimorista durante su tiempo en el Ministerio Público, fue elegido presidente del Tribunal Constitucional.[279]Luz Pacheco Zerga, vicepresidente del TC con vínculos al grupo religioso Opus Dei, y Morales Saravia fueron responsables de restituir el indulto a Alberto Fujimori en 2023.[280]​ Meses después, en 2023, Pedro Hernández Chávez, quien mantenía una estrecha relación con el presidente del Tribunal Constitucional Francisco Morales Saravia, fue elegido magistrado con los votos en bloque de Fuerza Popular.[281]
  8. Cabe aclarar que la Constitución (artículo 169) no permite manifestar integrantes de fuerzas armadas en actividad. En caso de grupos de personal en retiro, destaca algunos colectivos contra Pedro Castillo como Unión Naval (Marina de Guerra),[283]​ la Benemérita Guardia Civil del Perú (Policía Nacional),[284]​ la Unión Fuerza Aérea (Fuerza Aérea, además de manifestar apoyo a Patricia Benavides)[285]​ y el Comando Chavín de Huántar.[286]​ Algunos de ellos realizaron pedidos más drásticos, como la salida de Perú del Sistema Interamericano de Derechos Humanos.[287]
  9. La vigencia del término «democracia» continuó cuando el fujimorismo elaboró un proyecto de ley para conmemorar la destitución de Castillo luego del intento de autogolpe perpetrado el 7 de diciembre de 2022, bajo el título de Día de la Defensa de la Institucionalidad Democrática y de la Misión Constitucional de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú.[346][347]​ La propuesta fue llevada a cabo a un año del gobierno de Dina Boluarte.[348]
    Irónicamente, la Coordinadora Nacional Unitaria de Lucha, promotor de la convulsión social, optó por establecer el 7 de diciembre como «Día de la Dictadura». La agrupación de gremios justificó esa fecha como «ejemplo de lo que no debe suceder en un país con un sistema democrático de amplia gobernabilidad y que respeta los derechos fundamentales de la persona».[349]
  10. En el año 2004 se suscitó un suceso relevante en su historia, cuando la Iglesia católica peruana[371]​ y diversas organizaciones manifestaron su oposición a la distribución del anticonceptivo oral de emergencia. Como muestra de esta oposición, se presentó una denuncia constitucional contra la entonces ministra de Salud, Pilar Mazzetti. La denuncia se encuentra disponible en su antigua página web.
  11. Esa cifra estuvo sujeto de controversia. Guillermo Flores Borda, docente universitario y creyente religioso, señaló que la participación fue menor y es la prensa qur mediatizó el fenómeno religioso cuando agrupó a todas las iglesias evangélicas, incluidas las progresistas.[392]
  12. El Congreso aprobó la eliminación del lenguaje inclusivo en 2023 bajo el pretexto de «generar confusión básica regular»,[414]​ sin contar con la oposición oposición del gobierno central.[415]​ En 2024 el Congreso volvió a aprobar por insistencia para supuestamente facilitar la comunicación y el entendimiento del mensaje oral y escrito.[416]
  13. a b Durante el mandato presidencial de Martín Vizcarra, el término «mafia caviar» se convirtió en sinónimo de una teoría de conspiración que afirmaba la existencia de un colectivo consolidado en la historia de la política peruana.[477]​ Anteriormente conocido como «izquierda caviar», el término fue utilizado por detractores como el ex fiscal Pedro Chávarry,[478]​ el columnista Eugenio D'Medina Lora[479]​ y el etnocacerista Jorge Paredes Terry.[480]
    Véase los comentarios de Dante Bobadilla Ramírez, crítico de la Comisión de la Verdad y Reconciliación y columnista de El Montonero, sobre el concepto de la «mafia caviar»[481]​ y el progresismo.[482]​ El término también ha sido replicado por congresistas[483][484]​ y el colectivo radical La Resistencia[485]​ en 2024.
  14. El término es tratado como adjetivo o sustantivo.[486]​ Esto incluye sus variantes lingüísticas «caviarada», «caviaraje» y «caviarizar».
  15. Históricamente, a mediados del siglo XX, las organizaciones desempeñaron un papel activo, especialmente durante el gobierno de Juan Velasco Alvarado.[506]​ Posteriormente, en las décadas de 1990, el Estado reguló las organizaciones civiles,[507]​ coincidiendo con el cierre de numerosos centros de investigación política relevantes de los años 1980, lo que provocó la migración de profesionales a las organizaciones.[508]​ El Código Civil peruano de 1998 definió a las organizaciones no gubernamentales como entidades dedicadas a «acciones de promoción social mediante recursos de cooperación técnica internacional». En Perú, no cuentan con un registro específico; sin embargo, para obtener reconocimiento legal nacional y ampliar sus derechos, adoptaron la figura de asociación civil.[509]​ Según Oscar Schiappa-Pietra, ex director ejecutivo de la Agencia Peruana de Cooperación Internacional, en la década de 2000 se observó una polarización y cierta desconfianza hacia las organizaciones.[510]​ Esta tendencia coincidió con el incremento de operaciones sociales por parte de organizaciones extranjeras durante el gobierno de Alejandro Toledo.[511]

Referencias[editar]

  1. Clavijo Arraiza, César (5 de noviembre de 2022). «¿Policías pueden usar tatuajes? Esto decidió el Tribunal Constitucional del Perú». Buena Pepa. Consultado el 19 de enero de 2024. «En su fallo [de 2022], el TC entiende la prohibición de los tatuajes estaría justificada en el presunto deber institucional de preservar la "correcta presentación del personal policial", toda vez que esta contribuiría a forjar y conservar la buena imagen de la Policía». 
  2. Escrivá, Angeles (30 de septiembre de 2017). «Cómo explicar la diversidad y variación en el voto de los peruanos en el exterior». Hispanoamerica Hoy 76: 93-112. ISSN 2340-4396. doi:10.14201/alh20177693112. Consultado el 9 de agosto de 2023. «Las derechas aglutinan entre los presidenciables peruanos a una variada gama de figuras políticas, entre ellos tecnócratas y economistas generalmente formados entre las élites de Lima, la capital peruana, y en el extranjero, y con representación de orientaciones diversas entre las que cabe el conservadurismo, la democracia cristiana y el neoliberalismo». 
  3. Villalobos, Vicente (13 de enero de 2021). «El debate ideológico entre conservadores y liberales en el Perú decimonónico». LP. Consultado el 3 de agosto de 2023. «En este contexto (luego de 1844) nace el conservadurismo en el Perú, encabezada por el prominente sacerdote Bartolomé Herrera, de notable intelecto y rigurosa educación, para postular un conjunto de principios que, si bien no se oponían radicalmente a la ruptura de los tiempos virreynales, sí buscaba derribar los postulados liberales que sirvieron de sustrato para la Constitución primeriza». 
  4. Samuel Rivera, Víctor (2012). «República tras el incienso, una historia conceptual de «liberalismo» y «liberales» en Perú (1810-1850)». En Fernández Sebastián, Javier, ed. La aurora de la libertad: los primeros liberalismos en el mundo iberoamericano. Marcial Pons Historia. pp. 333-378. ISBN 978-84-92820-74-0. Consultado el 9 de octubre de 2023. «A grandes rasgos, «liberales» se opone en la primera mitad del siglo XIX a «partidarios del orden», «partidarios de la fuerza» y grupos de soporte de diversos caudillos militares. La hermenéutica del uso retórico de estos términos no permite definir la identificación con sectores sociales politizados e ideologizados, sino la apelación oratoria a palabras carentes de un campo semántico que permitiera su aplicación de manera inequívoca4. Sólo para después de 1860 se opone —cada vez con más claridad— a «conservadores»». 
  5. Conaghan, Catherine M. (29 de septiembre de 2000). «The Irrelevant Right: Alberto Fujimori and the New Politics of Pragmatic Peru». En Middlebrook, Kevin J., ed. Conservative Parties, the Right, and Democracy in Hispanoamerica (en inglés). JHU Press. pp. 254-283. ISBN 978-0-8018-6385-1. Consultado el 3 de agosto de 2023. 
  6. Alva Olivera, Gino (31 de enero de 2016). «Los pastores van a las urnas: el voto evangélico en el Perú». El Comercio. ISSN 1605-3052. Consultado el 8 de agosto de 2023. «García y García, entonces líder de la Iglesia Bautista, se convirtió en segundo vicepresidente de la República y Cambio 90 –el movimiento que lo acogió– en una nueva fuerza política. El triunfo de Fujimori también fue un punto de quiebre para la primera minoría religiosa del Perú. Por primera vez, los evangélicos tenían verdadera representación: 16 diputados y cuatro senadores resultaron electos. Solo dos de ellos no pertenecían al naciente fujimorismo». 
  7. «Insults and Support Greet Peru's First Openly Gay Congressman». NBC News (en inglés). Consultado el 5 de abril de 2023. 
  8. Tegel, Simeon (25 de junio de 2019). «Medical Marijuana Spreads Across South America». U.S. News & World Report. 
  9. «Peru Congress votes to host OAS summit after outrage over gender neutral bathrooms». Reuters (en inglés). 16 de julio de 2022. Consultado el 16 de julio de 2022. 
  10. Palza-Becerra, Héctor (28 de julio de 2021). «Tiempos de libertad. El duro aprendizaje republicano del Perú independiente». Revista revoluciones 3 (5): 54-72. ISSN 2710-0499. doi:10.35622/j.rr.2021.05.005. Consultado el 7 de octubre de 2023. «Algo que no se quiere, no se siente, ni se vive, sólo se acepta por inercia. Como resultado de ello, la élite dominante no tuvo ninguna intención de que esto florezca como república. Es más, las élites peruanas, las más conservadoras de América (en lo económico, político y social), se opusieron hasta el final a la independencia (Gootenberg 1989, 30)». 
  11. Vincent, Susan (5 de enero de 2022). «Género y ciudadanía en el Perú: nuevos escenarios y agendas de investigación». RSocialium 6 (1): vii-xxii. ISSN 2706-6053. doi:10.26490/uncp.sl.2022.6.1.1376. Consultado el 4 de agosto de 2023. «Si el Perú es el lugar de nacimiento del movimiento católico socialista a favor de los pobres de la Teología de la Liberación, se ha convertido en un bastión de la facción socialmente conservador de Opus Dei en la Iglesia Católica. [...] El débil sistema de partidos políticos de Perú y la proliferación de partidos se ha prestado a la incursión de estas voces socialmente conservadoras. [...] Si bien el Perú no estuvo a la vanguardia de los gobiernos de la “marea rosa” de América Latina, algunos de los ingresos que recibe el estado como resultado de esto se han destinado a la programación social. Este ha sido el enfoque principal de la reducción de la pobreza del gobierno más que los cambios estructurales para promover el empleo». 
  12. Veliz, Claudio (1984). La Tradición centralista de América Latina. Editorial Ariel. pp. 189-191. ISBN 8434465434. OCLC 760403190. 
  13. Ruiz, 2021, p. 101. «[D]esde la década de 1860 en adelante, el catolicismo peruano participó activamente en los debates de secularización institucional del Estado y la sociedad, así como en la movilización de laicas y laicos, y en manifestaciones de defensa y promoción de la fe católica. El catolicismo se resistió, desde la esfera pública, a los cambios que afectaban sus privilegios jurídicos, como la confesionalidad del Estado, así como la apertura a otras formas de comprender la vida, traídas por los protestantes, liberales y otros grupos de la sociedad peruana. Por ello, el catolicismo fue identificado como una fuerza conservadora e, incluso, reaccionaria por sus opositores».
  14. Rodríguez Ruiz, 2021, p. 442. «Este instrumento jurídico internacional reconoce a la Iglesia Católica como ente con su propio ordenamiento jurídico, que es primario, autónomo e independiente de la comunidad internacional. Por consiguiente, del Estado peruano reconoce a la Iglesia –tal como se enunció supra–, como elemento importante en la formación histórica, cultural y moral del Perú y le presta su colaboración para realizar convenientemente su misión que le es propia».
  15. Mujica, Jaris. «La tradición y la vida». En Sgró Ruata, María Candelaria, ed. El activismo religioso conservador en Latinoamérica. Religión, Género y Sexualidad. HIVOS. p. 175. ISBN 978-987-1742-03-5. Consultado el 4 de agosto de 2023. «Resta señalar finalmente otro cambio vinculado a su conformación interna. Si anteriormente los grupos conservadores eran principalmente grupos religiosos, o estaban íntimamente relacionados con la iglesia (Opus Dei, Sodalicio de la Vida Cristiana, Movimiento de Vida cristiana y grupos similares), la misma disposición de la estructura política actual los ha obligado a desarrollar agrupaciones “civiles”, con referencias a la iglesia, pero con intereses ligados también a la ciencia y a la política de Estado». 
  16. Villalta Arpasi, Jhonatan (2 de julio de 2018). «¿Por qué la religión católica tiene apoyo económico del Estado peruano y las otras religiones no?». Prensa Regional. Consultado el 21 de octubre de 2023. 
  17. Bardales Pereyra, Gregory Pek (18 de enero de 2023). «El papel de los cristianos evangélicos de izquierda en la construcción de la democracia peruana: el caso del Colectivo Ecuménico por el Perú (CEP)». Revista NUPEM 15 (34): 21-37. ISSN 2176-7912. doi:10.33871/nupem.2023.15.34.21-37. Consultado el 2 de agosto de 2023. 
  18. Barrera Rivera, Dario Paulo (18 de enero de 2023). «Dossier: A la derecha y a la izquierda: identidades político-religiosas en América del Sur». Revista NUPEM 15 (34): 5-6. ISSN 2176-7912. Consultado el 15 de septiembre de 2023. «El artículo de Gregory Bardales, titulado “El papel de los cristianos evangélicos de izquierda en la construcción de la democracia peruana: el caso del Colectivo Ecuménico por el Perú”, retoma una cuestión que fue recurrente en los estudios sobre religión y política en los años setenta/ochenta y que parecía haber quedado en el siglo XXI fuera del horizonte de intereses temáticos de los estudiosos: religión y militancia política de izquierda. [...] El caso del Colectivo Ecuménico por el Perú revela un fenómeno que se repite en la segunda década del presente siglo en otros países de América Latina. Nos referimos al protagonismo político del progresismo evangélico, minoritario en comparación con el sector evangélico moralmente conservador y políticamente derechizado e inclusive posicionado desvergonzadamente en la ultraderecha». 
  19. «Peru's Precarious Politics — The Crisis Deepens». Inter-American Dialogue (en inglés). 10 de enero de 2023. Consultado el 6 de junio de 2023. «the right in Peru also has authoritarian tendencies, while the left consists of a mix between ideological and pragmatic elements». 
  20. Rottenbacher de Rojas, Jan Marc; De la Cruz Sánchez, Marco (2012). «Ideología política y actitudes hacia la minería en el Perú: entre el crecimiento económico, el respeto por las formas de vida tradicionales y el ambientalismo». Liberabit 18 (1): 83-96. ISSN 1729-4827. Consultado el 19 de agosto de 2023. «A la luz de los resultados, parece ser que el RWA (Autoritarismo de ala derecha) y la intolerancia a la ambigüedad representan el núcleo de la ideología política conservadora. Esto es consistente con las afirmaciones de Jost, et al. (2009) con respecto a la estrecha relación entre autoritarismo y conservadurismo. El RWA representaría la forma ideológico-discursiva del conservadurismo y la intolerancia a la ambigüedad la dimensión motivacional, en tanto se la concibe como una de las principales motivaciones epistémicas en el modelo del conservadurismo como cognición social motivada (Jost, et al., 1999; Jost, et al., 2003; Jost, et al., 2009)». 
  21. Rottenbacher de Rojas, Jan Marc; Schmitz, Mathias (2013). «Condicionantes ideológicos de la criminalización de la protesta social y el apoyo a la democracia en una muestra limeña». Revista de Psicología (PUCP) 31 (2): 371-394. ISSN 0254-9247. Consultado el 20 de agosto de 2023. «Por otra parte, se ha propuesto que los individuos más conservadores, cuando son expuesto a este tipo de situaciones, suelen exhibir la denominada repuesta autoritaria (Oesterreich, 2005) o agresión autoritaria (Altemeyer, 1981, 1988, 1998, 2004), es decir, un apoyo hacia las autoridades percibidas como legítimas, en tanto se encarguen de preservar el orden social, y una predisposición a aceptar mecanismos punitivos desproporcionados, si estos están encaminados hacia la restauración de la estabilidad social». 
  22. Pike, Fredrick B. (1967). «Heresy, Real and Alleged, in Peru: An Aspect of the Conservative-Liberal Struggle, 1830-1875». The Hispanic American Historical Review (en inglés) 47 (1): 50. doi:10.2307/2511541. Consultado el 10 de octubre de 2023. «Like the liberals, Peruvian conservatives in the early period of their country 's independence were also concerned primarily with political matters. To them, conservatism fundamentally meant authoritarian centralism, rule by a tiny elite backed by a powerful standing army, and executive predominance over the legislature. In striving to achieve this type of political structure, conservatives did not necessarily feel that they had any natural affinity with churchmen». 
  23. Gonzales, Osmar Alberto (15 de junio de 2007). «Para garantizar a la autocracia. Fuerzas armadas y fujimorismo en el Perú de los años noventa». Estudios Políticos (Medellín) (30): 79-109. ISSN 2462-8433. doi:10.17533/udea.espo.1289. Consultado el 14 de noviembre de 2023. «El papel del ejército como principal institución de las fuerzas armadas peruanas fue, al menos en lo formal, el de vigilar y asegurar tanto la paz externa como el orden interno, pero muchas veces, más que un garante de la paz social, fue un protagonista crucial en la política peruana y azuzador de sus conflictos. En efecto, cuando fue requerido por las élites oligárquicas, el ejército preservó los privilegios de aquéllas, reprimiendo a los movimientos políticos contestatarios (el Partido Aprista o el Partido Comunista) o tomando directamente las riendas del poder político, siempre actuando en consuno con las élites dominantes. Una vez sofocada la emergencia, las élite oligárquicas podían retornar a sus espacios de privilegio. Por ello, el ejército peruano fue calificado como el perro guardián de la oligarquía». 
  24. Gil Piedra, 2022, p. 35.
  25. Espinoza, Carlos. «¿Aceptarían los peruanos un régimen como el de Nayib Bukele en el gobierno y quién asumiría esa figura?». infobae. Consultado el 29 de agosto de 2023. «Por otro lado, desde un lado más analítico, Juan Carlos Ubilluz mencionó que hay muchas posibilidades de que la ciudadanía peruana opte por apoyar una figura como la de Nayib Bukele en el Perú, pero “no porque la alta criminalidad conduzca a la gente directamente a la solución de mano dura, sino porque la ultraderecha viene tratando durante años de instalar la narrativa de que la mano dura es la única solución”». 
  26. Espinoza, Carlos. «Critican a la CIDH por admitir denuncia de Polay Campos contra el Estado Peruano». infobae. Consultado el 31 de agosto de 2023. «“Esa es la diferencia con El Salvador, el presidente Nayib Bukele no está en la CIDH y toma las decisiones que el país (de Perú) necesita. Esta debe entenderse como una lucha permanente de las corrientes ideológicas que hoy pretenden tomar el control de muchas partes del mundo. Los socialcomunistas pretenden que estos casos se vean todo el tiempo”, agregó [el exjefe de la Dirección General de Inteligencia (Digimin), José Luis Gil]». 
  27. «No hay democracia con pobreza extrema». La República. 23 de marzo de 2006. Archivado desde el original el 16 de noviembre de 2007. Consultado el 19 de enero de 2024. «En este rubro, el estudio señala que asoman dos sombras: la de la preferencia por alternativas autoritarias ("la democracia no nos conviene, es preferible un gobierno fuerte") en 12.9%; o desinterés manifiesto ("me es indiferente que haya democracia") en 12% de la población». 
  28. Auccatoma-Tinco, Roly (31 de julio de 2023). «Las banderas de la derecha en política». Investigación Valdizana 17 (3): 133-140. ISSN 1995-445X. doi:10.33554/riv.17.3.1846. Consultado el 15 de septiembre de 2023. «El análisis crítico de la derecha política nos muestra que los partidarios del conservadurismo defienden a toda costa, su orden establecido. Es así que, en la actualidad, la derecha propende los principios del imperialismo occidental para dominar a los países periféricos y los que habitan en ellas son considerados barbaros o terroristas». 
  29. Gurmendi, Alonso (5 de diciembre de 2019). Conflicto armado en el Perú: La época del terrorismo bajo el derecho internacional. Universidad del Pacífico. p. 98. ISBN 978-9972-57-430-6. Consultado el 26 de noviembre de 2023. «Para muchos conservadores aceptar la aplicación del régimen de conflicto armado en el Perú es intolerable, pues lo consideran un mal negocio para el país. Esta posición, como ya mencioné, usualmente se expresa no en argumentos jurídicos, sino jurídicos, sino políticos, y está repartida no en libros y artículos académicos, sino en blogs y entrevistas en noticieros». 
  30. Tur Donatti, Carlos M. (1 de junio de 2003). «Iglesia y Estado en el Perú oligárquico». Contribuciones desde Coatepec (4): 57-62. ISSN 1870-0365. Consultado el 21 de agosto de 2023. «Se puede afirmar que en la Costa, la región donde el capitalismo se fue asentando y expandiendo con notable dinamismo desde la fundación de la República Aristocrática, la Iglesia actuó como una institución-bisagra entre la culturade los países centrales y la oligarquía limeña, y además, continuando una tradición colonial, competía y complementaba a la vez las tareas propias de la burocracia civil del Estado». 
  31. Durand, Francisco (1994). «Privatization and the Export Economy». Business And Politics In Peru: The State And The National Bourgeoisie (en inglés) (Edición digital de 2021). Routledge. ISBN 978-0-429-71546-4. Consultado el 18 de agosto de 2023. «Morales Bermudez will open a transitional period, both economically and politically. Economically, the government will gradually abandon import substitution industrialization policies and deemphasize the role of state as a key economic agent. It is a process of backlash politics where the national private sector and international financial organizations back conservative political leaders in order to liberalize the economy. Politically, the military will agree to return to the barracks after a Constitutional Assembly is formed and, later on, general elections called. Of the first three democratic governments (Fernando Belaunde, 1980-1985; Alan García, 1985 1990; Alberto Fujimori, 1990-1995), only two (Belaunde and Fujimori) will agree to carry on the process of economic liberalization. García will attempt to stop the process but generating the conditions to make stateled growth possible will be very difficult». 
  32. Klaiber, 2007, p. 185. «In 1972 the government announced an educational reform which aimed to upgrade the level of formation for the teachers and put an end to traditional authoritarian practices in the classrooms. [...] Unlike Cuba, the Peruvian military did not envision eliminating private education. Rather, they urged private schools to share their facilities with poorer schools. But most significantly, the military looked upon the newly renovated church as an ally [...] The educational reform was, in theory, very well thought out, but it aroused much opposition from the state schoolteachers who resisted the call to change».
  33. Chaparro, Amanda (Junio 2016). «Perú: la derecha o la derecha». Le Monde diplomatique. Consultado el 21 de octubre de 2023. 
  34. «Quién es Pedro Castillo, el maestro de escuela y líder sindical de izquierda que competirá por la presidencia de Perú». BBC News Mundo. Consultado el 7 de abril de 2023. 
  35. Perdomo, Román (1 de enero de 2023). «Politics as usual? El gobierno efímero de Pedro Castillo en Perú». Les Études du CERI. n° 264-265: 30. Consultado el 15 de septiembre de 2023. «A pesar de ello, los avances de la izquierda ideológica también pusieron en evidencia las divisiones entre Perú Libre, promotor de un proyecto social conservador, y la izquierda progresista representada en las elecciones presidenciales por Verónika Mendoza (Juntos Por el Perú). Esta coalición integró inicialmente el gobierno de Pedro Castillo, pero las divisiones políticas dieron un fin a esta participación. Juntos Por El Perú siguió apoyando el gobierno desde el Congreso, sin dudar formular críticas promoviendo una agenda de reformas estructurales y de derechos sociales, para las mujeres y las minorías particularmente». 
  36. Adrianzén, Alberto (26 de noviembre de 2019). «Los conservadores». Quehacer (4). Consultado el 20 de agosto de 2023. «En lo que sí coinciden la mayoría de nuestros colaboradores en este número sobre este tema es que en el Perú no existe ni ha existido un pensamiento conservador propiamente dicho, como tampoco lo que podemos llamar una tradición política conservadora. Lo que ha existido y existe son conservadores que corresponden a distintos momentos de nuestra historia». 
  37. Gonzales Alvarado, 2021, p. 179. «No existe un conjunto de ideas que se haya mantenido en el tiempo; por el contrario, estas han cambiado. Esas variaciones o modificaciones responden también, cómo no, a la realidad política y a las condiciones particulares en el juego del poder».
  38. Tanaka, Martín (Noviembre de 2010). «Lima: ¿Conservadora o progresista?». Argumentos (5). ISSN 2076-7722. Consultado el 21 de agosto de 2023. «Uno de los temas de discusión gira en torno a la evaluación de la naturaleza de los votantes limeños: para algunos, Lima mostró un claro carácter conservador en los últimos años, y la elección del 3 de octubre expresaría una suerte de “giro hacia la izquierda”; para otros, Lima seguiría siendo conservadora [...]». 
  39. Lavrard-Meyer, Cecile (30 de diciembre de 2013). «La ciudadanía: ¿sociedad de iguales? Sufragio universal y pobreza en el Perú, 1978-2011». Revista Elecciones 12 (13): 303-348. ISSN 1995-6290. doi:10.53557/Elecciones.2013.v12n13.12. Consultado el 28 de octubre de 2023. «En todo el período, la derecha conservadora está extremadamente representada en la costa y en la selva y sub representada en la sierra, obteniendo bajos puntajes particularmente en el sur del país, tanto de la sierra como de la selva. El hecho de [en 2006] que la alianza Unidad Nacional tenga tendencia a igualar la representación geográfica de la derecha conservadora en todo el territorio es una evolución determinante para el paisaje político peruano contemporáneo». 
  40. Niño de Guzman, 2021, p. 409. «Para las elecciones extraordinarias de 2020, el apoyo fiel hacia el fujimorismo se concentra en el norte del país, muchos alegando la trayectoria política del padre dado que Keiko apenas asistió al Parlamento como congresista».
  41. a b c Levitsky, Steven; Cameron, Maxwell A. (Autumn 2003). «Democracy without Parties? Political Parties and Regime Change in Fujimori's Peru». Latin American Politics and Society 45 (3): 1-33. doi:10.1111/j.1548-2456.2003.tb00248.x. 
  42. «Peru's Political Party System and the Promotion of the Pro-Poor Reform». National Democratic Institute. Marzo de 2005. Consultado el 21 de agosto de 2023. 
  43. a b c d e f Gorman, Stephen M. (September 1980). «The Economic and Social Foundations of Elite Power in Peru: A Review of the Literature». Social and Economic Studies (University of the West Indies) 29 (2/3): 292-319. 
  44. Crabtree, John (10 de noviembre de 1997). «Populismo y neopopulismo: la experiencia peruana». Apuntes. Revista de ciencias sociales: 97-109. ISSN 2223-1757. doi:10.21678/apuntes.40.457. Consultado el 7 de septiembre de 2023. «El fracaso de los partidos políticos populares para alcanzar una posición política dominante, retrasó el momento en el que el poder de la oligarquía fue finalmente quebrado. Aunque durante este período (1930 y 1970) aparecieron nuevos partidos, no se observa el desarrollo de un sistema de partidos estable, mediante el cual los intereses de los grupos sociales emergentes pudieran obtener representación política a nivel de gobierno». 
  45. Torres Arancivia, 2007, p. 129. «[L]as instituciones republicanas que se intentaron recrear en el Perú nunca llegaron a consolidarse, y como consecuencia se generó un vacío de poder que múltiples caudillos militares pretendieron llenar».
  46. Gil Piedra, 2022, p. 33.
  47. Angulo, Jazmine (18 de enero de 2024). «Lima, ‘ciudad santa’: la historia de por qué se le conoce a la capital de Perú como el centro de la religión de América Latina». infobae. Consultado el 19 de enero de 2024. «El espíritu religioso se sentía en cada rincón de la ciudad, evidenciado en sus 43 templos e iglesias conventuales. En la urbe diseñada por Pizarro, la presencia de estos edificios no solo afirmaba la fe, sino también la influencia de las órdenes religiosas en la configuración de la ciudad. Además, los hombres y mujeres consagrados a la vida religiosa constituían el 10% de la población limeña, desempeñando un papel esencial en el desarrollo y consolidación de la urbe recién nacida». 
  48. a b Morán, Daniel (2011). «"Sin religión no puede existir legado alguno". El fenómeno religioso y la ideología providencialista en el Perú durante las guerras de la independencia, 1810-1825». Temas Americanistas (26). ISSN 1988-7868. doi:10.12795/Temas-Americanistas.2011.i26.03. Consultado el 21 de agosto de 2023. 
  49. Pazo Pineda, Oscar Andrés (30 de diciembre de 2021). «La influencia de los postulados de la Revolución francesa en la Constitución de 1823». Ius Inkarri 10 (10): 203-247. ISSN 2519-7274. doi:10.31381/iusinkarri.v10n10.4636. Consultado el 30 de agosto de 2023. «Cuando en el Perú se tuvo esta primera impresión de la revolución, muchos dejaron de creer que la separación con la metrópoli fuese una adecuada solución. El estigma que se le creó, sobre todo a través de las publicaciones de la Gaceta de Lima, como movimiento irreligioso, persuadió aun más a la siempre conservadora élite limeña». 
  50. a b Sobrevilla, Natalia (10 de marzo de 2020). Los inicios de la república peruana: Viendo más allá de la "cueva de bandoleros". Fondo Editorial de la PUCP. pp. 178-179. ISBN 978-612-317-546-7. Consultado el 3 de agosto de 2023. 
  51. Rodríguez Ruiz, 2021, p. 440. «Siguiendo la dinámica independentista, el 8 de octubre de 1821, José de San Martín sancionó el Estatuto Provisional, lo que constituye la orientación jurídica de las futuras constituciones, es decir; la invocación a Dios en el Preámbulo; la confesionalidad del Estado; y el establecimiento de la relaciones mediante un Concordato».
  52. Torres Arancivia, 2007, p. 118.
  53. Mesía Ramírez, Carlos (1 de diciembre de 1998). «El pensamiento constitucional y la idea de constitución en el Perú del siglo XIX». Pensamiento Constitucional 5 (5): 341-375. ISSN 2223-0262. Consultado el 12 de agosto de 2023. «Si bien la influencia de Ramón de Salas y Cortés es relativa, la impresión de su obra en el Perú y su posible asunción como texto de enseñanza en la cátedra de Derecho Público y Constitucional, allá por los años de 1827, habla mucho en torno a la influencia que tuvo en el Perú la Constitución Gaditana. [...] El concepto aristotélica de que el Estado ha sido creado para realizar el bien común; la tesis montesquiana de que el juez es simplemente la boca por la que habla la ley, aserto general en el siglo XIX, y la existencia de un poder neutro o conservador, como medio de salvaguardar la regularidad constitucional de las leyes, tienen su primera postulación en la obra de este profesor español. En efecto, el control de la constitucionalidad de la ley se otorga a un poder conservador, cuarto poder, en la teoría de Ramón de Salas y Cortés, «cuerpo intermedio destinado a oponerse a las naturales extralimitaciones de los otros poderes», [...] Entre sus funciones estaba la de «declarar la inconstitucionalidad, y por consiguiente la nulidad de los actos del cuerpo legislativo, ó del cuerpo ejecutivo, sobre la reclamación de uno de los dos, ó sobre otras provocaciones que la constitución tenga por válidas». Sin embargo, como la naturaleza de los cuerpos conservadores es la de conciliar la doctrina democrática con el poder de la monarquía, la tesis del poder conservador no iría más allá de su mera postulación. Sin monarquía con quien conciliar, en el Perú, el poder conservador no pasaba de ser una proposición que respondía a imitaciones foráneas. [...] La teoría constitucional se construye sobre los supuestos de que es el Parlamento el poder supremo. En medio de ello, como gran vértice de discusión principal, el debate sobre el origen del poder, iniciado con las doctrinas de Heineccio, continuadas por Bartolomé Herrera y por los que lo sucedieron posteriormente». 
  54. Guerra Martiniére, Margarita (2005). «Relación liberal peruano-chilena entre 1850 y 1860». Boletín del Instituto Riva-Agüero (32): 165-189. ISSN 0459-410X. Consultado el 11 de octubre de 2023. «En Lima se reactivó el antiguo Convictorio de San Carlos, donde se formaron las generaciones que lucharon por la independencia, pero esta vez el rector fue un clérigo conservador don Bartolomé Herrera, dotado de grandes cualidades morales e intelectuales, que participó activamente en la vida política del país y convirtió la institución en el baluarte del conservadurismo, aunque modernizó sustancialmente los métodos de enseñanza, los programas de estudio y los textos que se utilizaban, pero todo dentro de la ortodoxia católica». 
  55. Muzzo, Gustavo Pons (1950). Historia del Peru: Periodo independiente. Época de la República. p. 141. OCLC 4070537. Consultado el 3 de septiembre de 2023. 
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  57. Peralta Ruiz, Víctor (30 de abril de 2016). «De Prefectos a Mandatarios de la Nación. La violencia en la política peruana (1829-1836)». Revista de Indias 76 (266): 173-201. ISSN 1988-3188. doi:10.3989/revindias.2016.006. Consultado el 31 de agosto de 2023. «Entre 1829 y 1836 el Perú experimentó un prolongado clima de inestabilidad expresado en catorce revoluciones durante el primer gobierno del general Agustín Gamarra (1829-1833), una revolución que derivó en dictadura, dos guerras civiles y una invasión extranjera bajo la presidencia del general Luis José de Orbegoso (1834-1836). Esta coyuntura fue el resultado de una pugna entre el republicanismo militar autoritario (Gamarra y Salaverry) y el republicanismo militar liberal (José de la Mar, Orbegoso y Domingo Nieto). [...] [E]l único que concibió un proyecto político de corte conservador para «salvar la patria» fue Gamarra. [...] Su suerte en el campo de batalla de Ingavi el 18 de noviembre de 1841 acabó con su deseo de desarrollar un sistema político mayestático que, probablemente, hubiera cimentado un partido conservador controlado por los mandos militares». 
  58. Pinto Vallejos, Julio (2016). «La construcción social del estado en el Perú: El régimen de Castilla y el mundo popular, 1845-1856». Historia (Santiago) 49 (2): 547-578. ISSN 0717-7194. doi:10.4067/S0717-71942016000200008. Consultado el 4 de septiembre de 2023. 
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  62. Espinoza, G. Antonio (2013). Education and the State in Modern Peru: Primary Schooling in Lima, 1821–c. 1921. Palgrave Macmillan. ISBN 978-1137338402. 
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  65. Rodríguez Ruiz, 2021, p. 441. «En definitiva, se puede afirmar que el Patronato, desde la presencia española en el Perú, ha sido la única institución que ha perdurado hasta 1980. Fue derogado por el Presidente Francisco Morales Bermúdez, mediante Decreto Ley No. 23147, dejando el camino expedito para la firma del Acuerdo, materia de esta investigación».
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  70. Fonseca Ariza, Juan (2002). Misioneros y civilizadores: protestantismo y modernización en el Perú, 1915-1930. Fondo Editorial PUCP. pp. 17-20. ISBN 978-9972-42-501-1. Consultado el 11 de agosto de 2023. 
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  72. a b c Klaiber, Jeffrey (1 de diciembre de 1983). «Partidos Católicos en el Perú». Histórica 7 (2): 157-177. ISSN 2223-375X. doi:10.18800/historica.198302.001. Consultado el 17 de agosto de 2023. 
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  75. Gleason, Daniel (1981). «Anti-Democratic Thought in Early Republican Peru: Bartolomé Herrera and the Liberal-Conservative Ideological Struggle». The Americas (en inglés) 38 (2): 205-217. ISSN 0003-1615. doi:10.2307/980999. Consultado el 17 de agosto de 2023. 
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  77. Rivera, Víctor Samuel (12 de octubre de 2022). «Aeterni patris. La filosofía política católica en el Perú republicano (1820-2021)». Cuyo. Anuario de Filosofía Argentina y Americana 40: 83-134. ISSN 1853-3175. Consultado el 8 de octubre de 2023. «De allí salió Herrera, entonces un desconocido sacerdote, cuyas ideas políticas estaban extremosamente influenciadas por la ilustración oscura (o ilustración contrarrevolucionaria). Una buena parte de esa influencia vendría desde Moreno, el amigo de su mentor Pedemonte, pero era ya otra época y la guerra cultural que antes había conocido Moreno se había convertido en una guerra mundial, de la cual el Perú había surgido entretanto como una república». 
  78. Torres Arancivia, 2007, p. 259. «Durante el caudillismo militar —y la consiguiente anarquía—, los religiosos tuvieron una participación clave en la vida política cuando los momentos de sosiego gubernamental lo permitían. Aunque muchos de ellos se proclamaran liberales y otros conservadores, en esencia ambos bandos estaban dentro de una línea conservadora, solo graduada por la reacción. Claro ejemplo es el de Bartolomé Herrera, prestigioso sacerdote de mediados del siglo xix, quien saltó a la fama cuando le tocó dar el sermón de acción de gracias por los veinticinco años de vida independiente del Perú (Herrera 1929)».
  79. Aljovín de Losada, Cristóbal (28 de noviembre de 2019). «El conservadurismo católico decimonónico en los Andes». revistaquehacer.pe. Consultado el 25 de marzo de 2024. «Y aunque los conservadores católicos defendieron el legado español en América, fueron los herederos de la ruptura con España. Así, por ejemplo, un conservador como el sacerdote peruano Bartolomé Herrera (Lima, 1808-Arequipa, 1864) no proponía un retorno a un sistema monárquico, sino más bien la creación de las condiciones institucionales para imponer un orden republicano. Sin embargo, Herrera era un orgulloso heredero del legado de la monarquía española en América: el catolicismo». 
  80. Jiyagón Villanueva, José Carlos (2020-12). «La concepción del Estado conservador: Bartolomé Herrera y su proyecto constitucional de 1860». En Líneas Generales: 122-130. doi:10.26439/en.lineas.generales2018.n002.2672. Consultado el 14 de octubre de 2023. «La aparente derrota de los sectores liberales, con el cierre de la Convención Nacional de 1855 y la clausura del Congreso Extraordinario de 1858, permitió a los sectores conservadores, especialmente los eclesiásticos —denominados ultramontanos—, impulsar la firma del Concordato con la Iglesia Católica Romana para proteger la posición de la Iglesia peruana frente al Estado, que había sido golpeada por los sectores liberales regalistas. Por ello, el obispo Bartolomé Herrera informó al nuncio apostólico en Bogotá sobre la situación favorable para la firma de dicho acuerdo (Iberico, 2013, p. 72)». 
  81. Chocano, Magdalena (2006). «Caudillaje y militarismo en la tradición interpretativa de la historiografía peruana». Iberoamericana 6 (22): 7-21. ISSN 2255-520X. doi:10.18441/ibam.6.2006.22.7-21. Consultado el 15 de octubre de 2023. «Riva Agüero muestra su repudio al liberalismo peruano y a sus exponentes, fustigándolos retrospectivamente por haber sido (a su entender) irracionales perseguidores de quimeras, que por ello mismo se prestaron a ser utilizados. Desde su punto de vista, el comportamiento político tendente a la conservación de un presunto orden no sólo es el único racional, sino además el único excusable en la esfera moral. Riva Agüero procura establecer que el conservadurismo no sólo es la única actitud política racional posible,sino que es la base para la única interpretación válida de la historia, denunciando que el “republicanismo democrático” puede muy bien anublar “el juicio y la razón”, como habría sido el caso del historiador liberal Mariano Felipe Paz Soldán (Riva Agüero 1965b: 472).» 
  82. Orrego, Juan L. «La República Aristocrática: la generación del 900». Blog PUCP. Consultado el 7 de abril de 2023. 
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  85. Romero Meza, Eddy Walter (30 de junio de 2021). «Visiones y discursos sobre el mestizaje en la historia e historiografía peruana». Revista Escripta 3 (5): 8-42. ISSN 2594-2891. Consultado el 8 de septiembre de 2023. «A finales del siglo XIX, tras la derrota de la guerra del Pacífico (1879-1883) se pone en cuestión la idea de nación que las élites criollas habían elaborado. El intelectual y crítico radical, Manuel González Prada (1844-1918), inspirado en los escritos del político indigenista Juan Bustamante, afirma que el verdadero Perú no se encuentra en la diminuta franja costera, sino detrás de las montañas, en los Andes. Si la población en el Perú era mayoritariamente indígena, era natural concebir la nación peruana como indígena y no criollo-mestiza como se proponía desde el discurso oficial. La versión indigenista de la nación peruana se elabora en esos años, y se contrapone al discurso criollo conservador, principalmente limeño, que concibe a la nación como mestiza-criolla». 
  86. Romero Meza, Eddy Walter (28 de julio de 2022). «Trayectoria de la ideología del mestizaje en el Perú del siglo XX». ISHRA, Revista del Instituto Seminario de Historia Rural Andina (8): 75-92. ISSN 2616-664X. doi:10.15381/ishra.n8.22024. Consultado el 6 de agosto de 2023. «José de la Riva Agüero y Osma [...] fue un escritor e historiador nacido en Lima, perteneciente a la aristocracia criolla. De posturas liberales en su juventud, derivó hacia un ultra-conservadurismo católico en su etapa de madurez. Fue representante destacado de la generación del 900 [...] Estudió filosofía, letras y derecho en la Universidad San Marcos de Lima, donde fue discípulo del filósofo conservador Alejandro Deustua.» 
  87. «El analista Alberto Adrianzén: "En Perú las grandes transformaciones siguen sin concretarse"». www.publico.es. 23 de febrero de 2022. Consultado el 20 de agosto de 2023. «[A] mediados de la década del 10, la derecha crea el denominado Partido Futurista, integrado por intelectuales liberales que eran bastante buenos, pero que después de la dictadura de (Augusto) Leguía, que duró once años (1919-1930) y que tenía una impronta plebeya, que reivindica al indio, ellos se pasan a la derecha reaccionaria. Como dijo José de [la] Riva Agüero, que fue un gran intelectual de derecha: "no somos conservadores, somos reaccionarios"». 
  88. Gonales Alvarado, Osmar (25 de diciembre de 2020). «José de la Riva Agüero y Felipe Sassone: Dos pensadores sociales y el fascismo en el Perú». Discursos del Sur, revista de teoría crítica en Ciencias Sociales (6): 75-96. ISSN 2617-2291. doi:10.15381/dds.v0i6.19324. Consultado el 6 de agosto de 2023. «El fascismo tuvo en el Perú muchos adherentes, aparte de José de la Riva Agüero y Felipe Sassone, como Luis A. Flores, Guillermo Hoyos Osores, Carlos Miró Quesada Laos, Luis Humberto Delgado, Raúl Ferrero Rebagliati, Guillermo Lohmann Villena, Pedro M. Benvenutto Murrieta, José Fiansón, Roberto Mac Lean Estenós, Alfonso Tealdo Simi, Aurelio Miró Quesada Sosa, Cristóbal Losada y Puga, Carlos Pareja y Paz Soldán, Mario Alzamora, César Arróspide, J. Ismael Bielich, Jorge del Busto, Eulogio Romero Romaña, entre otros. Sin contar a miembros de las colonias italiana, española y alemana. Recordemos que es el tiempo del anticomunismo, de la influencia del catolicismo más dogmático, del nacionalismo a ultranza y conservador. Y también de enfrentamientos violentos entre repu-blicanos y fascistas, como en España, lo que motivó adhesiones fanáticas, incluso en el Perú». 
  89. Gonzales Alvarado, 2021, p. 180. «Luego de fracasos políticos y de la experiencia del exilio ‒durante el cual vivió en Europa, principalmente en España‒, Riva-Agüero se conectaría nuevamente con su fe al mismo tiempo que dejaba atrás sus ideas renovadoras y se acercaba al fascismo».
  90. Gonzales Alvarado, 2021, p. 184. «Si bien Riva-Agüero fue un intelectual producto de la República de notables (1895-1919), no sería un ideólogo de ella. Por el contrario, se revelaría como un constante crítico del civilismo ‒la fuerza política dominante en su tiempo‒, por su negativa para establecer reformas que Riva-Agüero y sus compañeros generacionales entendían que eran impostergables para dar sus contornos definitivos a la nacionalidad, especialmente en relación con el problema indígena y en el terreno jurídico-político. El joven historiador sería un decidido opositor al primer gobierno de Augusto B. Leguía (1908-1912), quien había ocasionado una ruptura dentro del civilismo tradicional».
  91. Torres Arancivia, 2007, p. 154. «El mismo inicio del gobierno de Augusto B. Leguía tuvo un origen no menos que discutible, pues tomó el poder por la fuerza en 1919 ante el temor de que su victoria electoral fuera anulada por un «manotazo de ahogado» de la decadente República Aristocrática, y se las ingenió para aumentar el periodo presidencial a cinco años».
  92. Klaiber, 2000, pp. 87-88. «En la década anterior (1920), el arzobispo de Lima, Emilio Lissón, había establecido vínculos muy estrechos con el presidente Augusto B. Leguía, quien, por su parte, apoyaba económicamente a la Iglesia».
  93. Candela, Emilio (1 de diciembre de 2011). «La Acción Patriótica: un movimiento doctrinario en una época polarizada (1935-1936)». Revista Elecciones 10 (11): 165-194. ISSN 1995-6290. doi:10.53557/Elecciones.2011.v10n11.06. Consultado el 6 de agosto de 2023. 
  94. Altuve-Febres, Fernán (31 de octubre de 2022). Los Conservadores: Vida y obra de una élite intelectual en los albores de un Perú independiente. Penguin Random House. ISBN 9786124256431. 
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  96. Candela Jiménez, Emilio; Contreras Zanabria, Fernando (30 de septiembre de 2017). «Populismo y Salud Pública durante el ochenio de Odría». Acta Herediana 60 (33). doi:10.20453/ah.v60i0.3166. Consultado el 28 de septiembre de 2023. «Desde los años treinta el rol de los sectores populares fue más visible en nuestro país, tanto en el aspecto político (con la aparición de los partidos de masas), como en los conflictos sociales que generó la llamada crisis del orden oligárquico y en el orden económico (vivienda y comercio). Desde los sectores conservadores una manera de enfrentar este escenario de política de masas fue a través de la alianza entre la oligarquía y la Fuerza Armada, la cual se vio concretada en los gobiernos de militares y civiles como Luis Sánchez Cerro, Óscar R. Benavides y Manuel Odría. La estrategia principal de estos regímenes fue la de combinar la represión sobre los opositores (particularmente apristas y comunistas) con políticas asistencialistas dirigidas a la clase obrera, la clase media y sectores migrante». 
  97. Klaiber, 2000, p. 89-90. «Pero la fuerza política que más temor suscitó a la Iglesia fue el APRA, en parte porque fue el primer movimiento de masas en el Perú. El APRA tuvo una postura ambigua ante la Iglesia, suficientemente ambigua para mantener los temores en alerta. Aunque los dirigentes apristas apelaban abiertamente a la religión para apoyar su causa, el culto mesiánico en torno a Haya de la Torre, más los rasgos claramente fascistas del partido, convirtieron el APRA en una fuerza que hacía la competencia a la religión y la Iglesia. [...] [L]a Iglesia se encontraba entre dos presiones fuertes, el APRA y el marxismo, por un lado, y por otro lado, las clases económicamente dominantes y las fuerzas armadas, que se alían para defender el orden establecido».
  98. Neira, p. 444
  99. Torres Arancivia, 2007, pp. 140-141. «Evidentemente, una dictadura es el autoritarismo llevado a su máxima expresión. Ahí están los gobiernos militares de Sánchez Cerro, de Benavides y de Odría para dar prueba de ello. Fueron gobiernos aplastantes, en los que se persiguió a opositores y se torturó y mató gente en aras de salvaguardar lo que en aquel entonces se entendía como el orden social. [...] Aquellos militares fueron conocidos como los cancerberos de la oligarquía, grupo que siempre apostó por mantener el statu quo o por buscar el desarrollo de una manera tan tibia que solo parecía beneficiarlos a ellos».
  100. Paniagua Corazao, Valentin (2 de enero de 1992). «Las relaciones legislativo-ejecutivo». Ius et Praxis (19-20): 9-149. ISSN 2523-6296. doi:10.26439/iusetpraxis1992.n19-20.3489. Consultado el 8 de septiembre de 2023. «Las condiciones descritas y algunos hechos repudiables como el asesinato del director del diario La Prensa y el levantamiento del 3 de octubre facilitaron la acción de la plutocracia agroexportadora ansiosa de retornar el ejercicio del poder. El "clan de la ultraderecha" constituido -según bustamtante- "por capitalistas y hacendados que prosperaron a base del ejercicio directo de la función pública"tuvo siempre al estado, prisionero de su poderío económico. Taimada egoísta y edieval temía los cambios. Era el antiapra. Pero en las antípodas estaba la extrema izquierda comunista. Y así el régimen democrático "entre dos fuerzas incociliables y comatido por las dos: el APRA empecinada en la captura total del poder y la derecha extrema... anhelosa del... estrangulamiento de las libertades públicas». 
  101. Bákula, Juan Miguel (2006). El Perú en el reino ajeno: historia interna de la acción externa. Fondo Editorial de la Universidad de Lima. p. 261. ISBN 978-9972-45-193-5. Consultado el 8 de septiembre de 2023. 
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  103. a b Dourojeanni, Marc J. (12 de junio de 2017). «Belaúnde en la Amazonía». Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP). Consultado el 14 de octubre de 2021. 
  104. Monteforte Toledo, Mario (1973). La solución militar a la peruana, 1968-1970. Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. p. 14. Consultado el 19 de agosto de 2023. 
  105. Torres Arancivia, 2007, p. 125. «La modernización tradicionalista es una desviación del capitalismo. En dicha concepción, la élite o los grupos de poder anhelan ser modernos, pero lo hacen conservando las jerarquías sociales y considerando la legitimidad del que gobierna como incuestionable. Los cambios en un esquema como este son tomados con reticencias, pues, en esencia, se trata de un modelo conservador. Pero las contradicciones van más allá: en el plano del derecho formal, este recoge nociones de avanzada, aunque divorciadas de la realidad empírica, lo cual genera aquel abismo entre Estado real y Estado legal».
  106. Romero Meza, Eddy Walter (28 de julio de 2022). «Trayectoria de la ideología del mestizaje en el Perú del siglo XX». ISHRA, Revista del Instituto Seminario de Historia Rural Andina (8): 75-92. ISSN 2616-664X. doi:10.15381/ishra.n8.22024. Consultado el 16 de octubre de 2023. «El pensamiento de Víctor Andrés Belaúnde se enmarca en la tradición católica peruana, pero dentro de una visión humanística-liberal. Aunque se aleja del pensamiento reaccionario de intelectuales católicos decimonónicos como Bartolomé Herrera, no se trata de un intelectual progresista en el sentido actual. Su visión de progreso se asocia a la necesidad de desarrollar un Estado y sociedad democráticas, pero desde una tradición católica unificadora. En un contexto de modernización tradicionalista, el pensamiento demócrata-cristiano de Víctor Andrés Belaúnde, aparece de avanzada entre las élites criollas, temerosas del avance de las ideas marxistas o socialistas, así como del aprismo revolucionario en los años 30 ́ y 40 ́». 
  107. Klaiber, 2000, p. 94. «La aparición de la Democracia Cristiana rompió para siempre el binomio «católico-conservador». [...] Ellos ayudaron a la Iglesia en general a dejar atrás su conservadurismo y adoptar posturas más avanzadas».
  108. Ruiz, 2021, p. 101. «La década de 1970 fue para la Iglesia peruana un tiempo de emergencia y consolidación de una religión pública de características proféticas, es decir, dispuesta a denunciar públicamente la represión política, el monopolio político de las élites, la formación política de sus miembros y la elaboración de una reflexión teológica sobre la situación del país (Casanova, 1994, pp.121-126). [...] En esta labor, actores de la Iglesia estuvieron abiertos a dialogar con sectores de izquierda para encontrar puntos comunes en la búsqueda de un país más justo y solidario (Iberico, 2019).».
  109. Romero, Catalina (1 de diciembre de 1982). «Cambios en la relación iglesia - sociedad en el Perú: 1958-1978». Debates en Sociología (7): 115-141. ISSN 2304-4284. doi:10.18800/debatesensociologia.198201.006. Consultado el 21 de agosto de 2023. «Con estos límites de información podemos intentar distinguir dos grandes grupos en el clero establecido en el Perú. Aquel con una formación más tradicional y estacionaria coincidiendo probablemente con el período de su ingreso al sacerdocio; y otro grupo más cercano a las comentes modernas de la Teología y de los acontecimientos importantes de la Iglesia como Vaticano II, Medellin y Pueblo. Aunque un análisis más detallado del clero podría llevar a introducir otros criterios de diferenciación en términos de contactos sociales, y visión de la realidad social, ya sea en términos locales o nacionales». 
  110. Gallegos Heredia, Poll (28 de junio de 2019). «Ni capitalista, ni comunista: apuntes sobre las bases ideológicas del Gobierno Revolucionario de la fuerza Armada del Perú (1968-1975)». La Vida & la Historia (9): 15-23. ISSN 2617-6041. doi:10.33326/26176041.2019.9.790. Consultado el 30 de agosto de 2023. «La relación entre el Gobierno del general Velasco y la Iglesia fue cordial. Los militares reconocían la importancia de la Iglesia como institución y del cristianismo como credo popular; y en algunos casos, su reconocimiento como el bastión social que en palabras de Fernández (1973) era: “el parapeto más seguro contra las deformaciones del individualismo, el egoísmo y el endiosamiento materialista que nos trajera una sociedad occidental feudal asentada después en un capitalismo incipiente, intermediario y colonizado por el imperialismo” (p.41)». 
  111. Jo, Young-Hyun (2005). Sacerdotes y transformación social en Perú (1968-1975). UNAM. p. 242. ISBN 978-970-32-2998-7. OCLC 70193911. Consultado el 30 de octubre de 2023. «El gobierno militar sabía aprovechar las versiones de la ONIS en su beneficio político y las utilizo para neutralizar los ataques del sector dominante y conservador. [...] En ese sentido, durante los siete años de gobierno militar, el sector progresista de la Iglesia y el gobierno militar cooperaron para sus propios fines». 
  112. «Francisco Morales Bermúdez, el dictador que llegó al poder por un golpe de Estado y que no respondió por las desapariciones ejercidas en el ‘Plan Cóndor’». infobae. 16 de julio de 2022. Consultado el 14 de octubre de 2023. «A finales de los años 70, Perú y Ecuador formaron parte del plan que, según el libro “Archivos del terror”, dejó como saldo a más de 50 mil muertos, 30 mil desaparecidos y 400 mil privados de la libertad. [...] El ‘Plan Cóndor’ buscaba perseguir, vigilar, detener, torturar y asesinar a opositores de izquierda o que fuesen afines al sistema comunista. Los reportes informan que el personal de los servicios de seguridad de los países involucrados cruzaron las diferentes fronteras indiscriminadamente para cometer asesinatos, secuestros y torturas». 
  113. «El Gobierno peruano intensifica la depuración de izquierdistas». El País. 8 de enero de 1977. ISSN 1134-6582. Consultado el 30 de octubre de 2023. «El Partido Socialista Revoluclonario del Perú, creado por los militares ahora deportados, fue visto como desviación marxistalininista por algunos ministros conservadores, que le acusaron de connivencia con los elementos más radicales de las organizaciones populares. [...] El Gobierno de Morales Bermúdez, se orienta ahora hacia las formaciones políticas conservadoras, pero puede verse seriamente afectado por la decisión de expulsar del Perú a tres de los más prestigiosos militares de los últimos años (Leónidas Rodríguez, Arturo Valdés y Jorge Dellepiane)». 
  114. Sánchez, Juan Martín; Gonzales, Osmar (30 de junio de 2002). «Ideólogos y expertos en el Perú reciente». Anuario de Estudios Americanos 59 (1): 223-247. ISSN 1988-4273. doi:10.3989/aeamer.2002.v59.i1.203. Consultado el 6 de agosto de 2023. «Luego del fracaso del velasquismo y la captura del gobierno por par-te de los militares conservadores, el Perú presenció una ofensiva de la derecha aprovisionada de un discurso neoliberal para sustentar ideológicamente su proyecto político. Éste fue un marco propicio para la aparición de una serie de jóvenes intelectuales que se autodenominaban “nueva derecha”, auspiciados especialmente por los periódicos La Prensa y Expreso, instituciones como Apoyo, el Instituto Libertad y Democracia (ILD), y revistas como Debate». 
  115. a b «Peru's Political Party System and the Promotion of the Pro-Poor Reform». National Democratic Institute. Marzo de 2005. Consultado el 5 de octubre de 2023. 
  116. Torres Adrián, Mario Julio (1979). «Radicalismo o izquierdismo político en el Perú. Un análisis de opiniones políticas». Revista Mexicana de Sociología 41 (4): 1501-1534. ISSN 0188-2503. doi:10.2307/3540082. Consultado el 14 de noviembre de 2023. «La oposición al APRA, que fue producto de un conservadurismo social y económico, propio de un Estado oligárquico (Pease, 1979), no llegó sin embargo a plasmarse en un proyecto nacional aunque alimentó un antiaprismo por muchos años militante y represivo. [...] [L]a preferencia por un frente de partidos políticos de derecha que fue seleccionado por las mujeres, las personas de mas edad y los empleados expresaría un tipo de conservadurismo, que aparentemente por las características del grupo es mas de tipo social y económico que ideológico, ya que las diferencias ideológicas solo jugaron para la izquierda y entre esta y el APRA. [...] Mientras que el grupo [de encuestados] que eligió la derecha ha sido caracterizado en términos de un conservadurismo social y económico, en el caso del grupo que eligió el APRA se lo podría caracterizar en parte por un conservadurismo social y económico ─tomando en cuenta el tipo de categorías ocupacionales que le fueron favorables─ y en parte por un nivel de izquierdismo político mediatizado por un elevado grado de aceptación del formalismo-democrático, es decir, los valores liberales de las democracias sociales de corte capitalista». 
  117. a b Barrera Rivera, Pauto (1 de junio de 2006).